La metamorfosis de Muguruza

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Necesitó una hora y cuatro minutos en Roland Garros 2014 para terminar con Serena Williams y convertirse en la sensación. Dos años después la española de origen venezolano Garbiñe Muguruza se ha establecido como una de las grandes estrellas de la WTA.

Tenía 20 años, llegaba a París como 35ª jugadora del mundo y era un volcán tanto en la pista como fuera. Extrovertida y sonriente, sus encuentros con los periodistas eran naturales y lejos de los clichés a los que se agarran las figuras.

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Hoy ha aprendido a regatear. ¿Qué opinas de la situación en Venezuela?, le preguntaron en inglés este domingo: “No puedo leer mucho, estoy concentrada en mi tenis”.

En 2014 finalizó en cuartos de final ante Maria Sharapova, en su primera presencia en la Philippe Chatrier. Dos años después, tres de sus cuatro partidos han sido programados en el gran escenario, inmejorable muestra del peso adquirido.

‘Bajada después del subidón’

En dos años su vida ha dado un vuelco. Ha ascendido 21 puestos en la lista, cambió de entrenador y ha dejado de residir en Barcelona, donde se crió como deportista desde que se mudó a los seis años desde Venezuela para jugar a tenis siguiendo el paso de sus hermanos mayores.

“Estoy viviendo en Ginebra desde hace poco tiempo, entrenando allí, mi familia me ha acompañado. Es un buen sitio para entrenar”, reconoció cuando le preguntaron durante el actual Roland Garros.

Su transformación como tenista es evidente. Ha pasado de ser alguien sobrado de talento, capaz de lo mejor y de lo peor, a lograr la ansiada consistencia para un tenista, a lo que se une su capacidad para rendir en todas las superficies.

Este domingo lo explicó en rueda de prensa: “Más allá de los golpes concretos, mi mejoría más grande es ‘Garbiñe en el tenis’, en partidos difíciles me veo más preparada que cuando era joven”.

El giro técnico se consumó en agosto, cuando prescindió del vasco Alejo Mancisidor, el hombre que había modelado su tenis durante cinco años, y se unió al francés Sam Sumyk, un reconocido entrenador que llevó al número 1 a la bielorrusa Victoria Azarenka.

Entonces había iniciado la etapa más exitosa de su corta carrera. Tras sorprender en Wimbledon y alcanzar la final ante Serena Williams, en la que dejó un buen sabor de boca, se convirtió en la tenista del momento. Ganó el Torneo de Pekín y fue semifinalista del Másters en su primera participación.

La racha no continuó en la primera parte de la actual temporada: “Después de un subidón siempre viene una bajada, al principio de temporada fue difícil, después de todo ese loco final de año, tuve que empezar de cero”.

Con Nadal en Rio-2016

Se atascó y encadenó una racha en la que era eliminada en las primeras rondas, con 19 victorias y 9 derrotas, cayendo en la tercera del Abierto de Australia.

“Dime algo que no sepa”, le soltó delante de las cámaras a su técnico en febrero en Doha, en medio de una derrota, después de que en Dubái dijera que no estaba preparada para competir. Había tocado fondo.

“Se tenía que asentar, es la cuatro mundial. Muchas veces la cabeza no te deja jugar tranquila, cuando todo eso es nuevo”, añadió la capitana española de Copa Davis y Copa Federación Conchita Martínez, muy cercana a la jugadora.

Ahora Muguruza parece haber recuperado la calma. Afrontará su tercer cuartos de final de Roland Garros, en el que es favorita ante la estadounidense Shelby Rogers (108º de la WTA).

En el horizonte los Juegos de Rio, en los que tiene previsto formar una espectacular pareja en el dobles mixto junto a Rafael Nadal.

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