El termino ciudad suele definir una entidad político administrativa urbanizada. Una extensión de tierra planificada, con todos los servicios en niveles de desempeño óptimos, capaz de brindar a quienes la habitan, las posibilidades de desarrollarse física, intelectual, académica y espiritualmente. Las ciudades se parecen a sus habitantes. Son ellos quienes definen el perfil morfológico de sus condiciones urbanas. La filosofía de una ciudadmarca su patrón de crecimiento en el tiempo, mientras sus condiciones de prosperidad o depresión, dependen de sus gobernantes…
La crisis nos ha envuelto a tal extremo, que olvidamos ocuparnos de nuestro espacio propio. De nuestra urbanización. Nuestro barrio. Nuestra comunidad. De nuestra ciudad y sus cotidianidades. De ese día a día que discurre en medio del desastre envolvente de una trágica comedia, a sabiendas que tenemos severas carencias que no somos capaces de abordar de manera conjunta. En ocasiones pareciera que el revanchismo, la burla y la confrontación pueden más que la razón. Pasar por alto los problemas con excusas triviales y sandeces políticas. Destruir y dejar que el proceso de deterioro avance sin control de ninguna naturaleza para sacar provecho electoral de ello. Son cosas de estos tiempos…
Barquisimeto se encuentra un una grave crisis estructural que debe ser abordada sin más dilaciones. La anarquía se ha tomado para sí todos los espacios para satanizar nuestra urbe. La solidaridad y el respeto brillan por su ausencia, en un amasijo de asfalto y concreto que se nos va de las manos. La crisis de servicios públicos primarios: Agua, luz, cloacas, drenajes, vialidad, trasporte; así como el sector salud, educación y la confiscación de los espacios públicos, nos atrapa en un inhóspito conglomerado humano reservado solo a la delincuencia. Estamos atrapados en un laberinto de contradicciones y carencias mientras nuestra dirigencia, con sus honrosas excepciones, pareciera mirar para otro lado.
Tenemos seriamente comprometida nuestra disponibilidad de agua potable para las próximas generaciones, pero los ministros pasan por aquí solo para arengarnos con Yacambu y sus ofertas fantasiosas de tipo “electorera”. Estamos al borde de un colapso terminal y definitivo de los sistemas de recolección y disposición final de aguas servidas (cloacas), pero los proyectos para la construcción de las plantas de tratamiento se paralizan y son desmembrados por la vorágine de la corrupción. En fin, la situación es dramática. La confrontación nos devora para diluir nuestras posibilidades de planificar con criterio de largo plazo. Tenemos que hacer algo. El tiempo se agota…
Mis comentarios:
-No podemos ni debemos desenfocarnos del revocatorio…
-Si Nicolás es cachaco, cubano, ruso o apátrida, eso no lo vamos a solucionar con ésta instituciones podridas al servicio del régimen.
-Es el alto mando militar, quien al percatarse de esta situación, debería solicitar la dimisión inmediata del usurpador…
-Debemos centrarnos en la fuerza de calle que permita cumplir el cronograma del revocatorio este año… No más trapos rojos.
-Excelente trabajo de la comisión interinstitucional (CIEL, Cámara de la Construcción, UCLA), para la presentación del proyecto de ordenanza de microzonificación sísmica de Barquisimeto.
¿Hasta cuándo, incautos, amarán la ingenuidad? ¿Hasta cuándo los insolentes se complacerán en su insolencia y los necios aborrecerán la ciencia? (Proverbios 1:22)
