No es con gallineros verticales ni con agricultura urbana que los venezolanos resolverán el hambre.
Tampoco conseguirán alimentarse mejor mediante el trueque de productos entre personas de distintos estados, como lo aconsejó el fallecido expresidente Hugo Chávez Frías, en una de sus alocuciones en junio de 2006, con lo que la economía regresaría a la edad de piedra.
Mientras estas propuestas gubernamentales continúan divagando en el imaginario de este país, la realidad se antepone en lo inmediato en personas que ya no les alcanza el dinero para poder desayunar, almorzar o cenar.
Si esta realidad asombra, resultan todavía más conmovedores los casos de desnutrición infantil que se comienzan a sentir en los estratos sociales de familias de menores recursos, a las cuales un empleo estable con salario básico le es difícil alcanzar.
Es precisamente en este vulnerable sector de la sociedad para quienes la crisis ha encontrado asidero para escurrirse severamente, en la peor anarquía económica vista en la historia de esta República, por falta de autoridad y planes de políticas públicas eficaces para revertirla en función de lograr que baje la inflación y se acabe el bachaqueo.
Es que a Venezuela le sobrevino una situación que incrementó la pobreza, la misma que a cada momento genera un ministerio o un organismo del Estado a través de erradas políticas, lo cual ha contribuido a un marcado estancamiento y deterioro de la calidad de vida de los venezolanos, siendo esta la expresión de los propios afectados, sin necesidad de poseer patentes que los acrediten como expertos en el área económica para vociferar este drama, con las pocas energías que les quedan por las secuelas del hambre.
Atrás quedó el comentario de que los venezolanos comieron perrarina durante los cuarenta años de los gobiernos elegidos democráticamente antes que Hugo Chávez se hiciera del poder en 1999, quien llamó ese período de cuatro décadas la “Cuarta República”, posterior a un intento de golpe de estado que gestó en 1992 junto a otros militares contra el presidente de entonces Carlos Andrés Pérez.
Si bien no fue cierto, hoy día muchas personas a lo mejor si estén deseando probar ese producto canino ante los inalcanzables precios que les dificulta adquirir alimentos de consumo humano, pero también la perrarina registra un alto costo en el mercado tradicional, por lo que sigue descartada esta posibilidad.
Se habla de hambre no de inseguridad
Pese a que la inseguridad sigue presente a toda hora en las calles de Venezuela abrazada por la impunidad, todos parecen haberla olvidado y ahora lo importante es hablar de sobrevivir para conseguir un poco de comida. Es el pensamiento que predomina en las amas de casa y que todas las noches se llevan a la cama antes de intentar conciliar el sueño, y con el que se levantan al poco tiempo, antes de la puesta del Sol, atormentadas por no conseguir en el mercado lo suficiente para comer en el nuevo día.
Hasta hace poco tiempo la psicosis colectiva por los atracos y robos estaba de moda, se escuchaba por todas partes hablar de ello tendidamente. Ahora este delicado asunto se mantiene en pausa y surgió otro de mayor interés para las personas, ya que ciertamente no es lo mismo referirse al tema con el estómago vacío y, además, luchando titánicamente contra los vende-cupos para ganar un puesto estratégico en la cola y esperar tener suerte para una harina, cuando mucho, a nuevo precio, porque el impacto de la inflación y la escasez ha reducido la capacidad de compra de todos.
Menos nutrientes por la crisis
Una drástica reducción de talla y peso están experimentando los venezolanos, no precisamente porque están acudiendo al gimnasio o realizan algún deporte extremo.
La única causa de esta disminución muscular y corporal que experimentan las personas es porque no están comiendo adecuadamente, en virtud del desabastecimiento, la escasez y la especulación en los precios de rubros alimenticios, principalmente.
Uno de los nutrientes más favorables es el pescado para estar saludable y mantener el peso ideal, pero no se puede adquirir por lo costoso del producto, pese a que se trata de un bien proveniente de la naturaleza.
Ante la cruda realidad planteada se está dejando de comer este plato, cuyos beneficios de calcio, flúor, yodo, magnesio, omega 3, proteína, vitamina A, fósforo y calcio desaparecieron para el organismo.
Es que comprarse un pescado con los ingredientes para sazonarlo equivale a una quincena de trabajo, y para comerlo máximo en dos raciones.
Así que las personas están dejando de ingerir nutrientes aportados por las carnes rojas y el pollo, dos importantes comidas que también se convirtieron en un lujo en las mesas de los venezolanos.
Sin pescado, carnes rojas y pollo las neveras en este país pasaron a ser simplemente depósitos de botellas de agua.
La dificultad de comprar productos alimenticios ha provocado que el número de comidas consumidas en los hogares haya mermado
Sembrar en la ciudad no soluciona
Las ciudades se formaron para vivir y no para la cosecha de comida. No obstante, el Gobierno en su empeño de transformar las urbes en conucos ideó el Plan 100 Días para la Siembra Urbana, el cual comenzó en febrero de este año a objeto de promover en la población el cultivo de hortalizas y frutas.
Se trazó así el Gobierno en un inicio sembrar 1.200 hectáreas con 13 rubros, a saber: acelga, cilantro, cebollín, berenjena, calabacín, pepino, tomate, cebolla, ají dulce, remolacha, pimentón, zanahoria y lechuga.
De acuerdo a este Plan existen más de mil hectáreas registradas y se calcula que el pueblo genere más de 30.000 toneladas de productos desde sus localidades, para abastecer un estimado de 1.300 personas, aunque sigue siendo mucho mayor la demanda en el país.
Si se toma en cuenta que este plan es de 100 días y comenzó en febrero, se estima que la producción ha debido darse durante el mes de mayo, y de ello no se ha hablado nada.
Barquisimeto es una las ciudades del país que resultaría beneficiada con este plan, respecto al abastecimiento de los citados cultivos, a la que le siguen Caracas, Barcelona, Maracaibo, Los Teques, Mérida, Valencia y Maracay.
La participación estaría a cargo de brigadas ecosocialistas de la Misión Árbol, el voluntariado juvenil, comunidades estudiantiles en liceos y escuelas, comunas, unidades de Batalla Bolívar Chávez, así como a efectivos de la Fuerza Armada Nacional.
Lo que el plato añora
Lo que antes mandaba en el plato del venezolano era pollo y arroz. El que podía ir más allá de sus posibilidades le añadía ensalada rallada o cosida, así como plátano horneado o tajadas.
Hoy el plato extraña este apetitoso menú y le cedió espacio a un huevo sancochado o “migas de leche”, aunque el huevo pasó de 14 bolívares la unidad en el sistema regulado de precios a 120 bolívares en el mercado especulativo. Igualmente la leche líquida, que se consigue en los establecimientos al precio bachaqueado de entre 500 y 600 bolívares.
Constitución ampara al consumidor
Todas las personas tendrán derecho a disponer de bienes y servicios de calidad, así como a una información adecuada y no engañosa sobre el contenido y características de los productos y servicios que consumen, a la libertad de elección y a un trato equitativo y digno.
La ley establecerá los mecanismos necesarios para garantizar esos derechos, las normas de control de calidad y cantidad de bienes y servicios, los procedimientos de defensa del público consumidor, el resarcimiento de los daños ocasionados y las sanciones correspondientes por la violación de estos derechos (Artículo 117 Constitución).
“El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática participativa y de consulta abierta” (Artículo 299 Constitución).
“La ley nacional establecerá las condiciones para la creación de entidades funcionalmente descentralizadas para la realización de actividades sociales o empresariales, con el objeto de asegurar la razonable productividad económica y social de los recursos públicos que en ellas se inviertan” (Artículo 300 Constitución).
“El Estado protegerá y promoverá la pequeña y mediana industria, las cooperativas, las cajas de ahorro, así como también la empresa familiar, la microempresa y cualquier otra forma de asociación comunitaria para el trabajo, el ahorro y el consumo, bajo régimen de propiedad colectiva, con el fin de fortalecer el desarrollo económico del país, sustentándolo en la iniciativa popular. Se asegurará la capacitación, la asistencia técnica y el financiamiento oportuno” (artículo 308 Constitución).