Uno. Una de las críticas más implacables a la IV República fue a la corrupción en sus últimos años y al distanciamiento de los líderes con su pueblo. Los gobernantes de la IV fueron presentados –injustamente todos en un mismo saco– como los peores administradores y los más ladrones. Hoy la egocéntrica cúpula madurocabellista, que se siente ungida por una misteriosa verdad irrefutable y universal, también está cuestionada por las mismas razones que dieron al traste con la IV. En efecto, a 17 años de este bodrio que pomposamente llaman “socialismo del siglo XXI” Venezuela sufre peor de aquello. Los peores pecados de la IV República multiplicados ad infinito. La corrupción hace metástasis en todos los órganos del Estado Psuveco y sus capos como Nicolás y Diosdado se comportan como los amos del valle o del rebaño. La prepotencia y desdén que tanto criticaban hoy son la marca de su régimen. Ya nadie discute que este experimento “revolucionario” fracasó, sin poder superar los viejos patrones culturales y máculas que se le imputaron al puntofijismo…
Dos. Siempre se ha dicho que Diosdado es el hombre fuerte del régimen detrás de la silla. De hecho cualquier declaración suya podría significar una sentencia de muerte o una orden irrefutable para cualquier juez. En su programa de TV ordenó encarcelar al comisario Coromoto Rodríguez y prohibir la entrada del líder español Albert Rivera. Para sorpresa nuestra y de muchos ambas órdenes se enredaron en esa maraña de intereses turbios que envuelve a este decadente régimen y no fueron acatadas. O fueron anuladas por esa otra mano invisible que mueve los hilos del poder en la fracturada cúpula roja. No nos llamemos a engaño. Si la juez no condenó al comisario Rodríguez y los funcionarios del Saime permitieron el ingreso al país de Albert Rivera no es porque sean humanistas o en cumplimiento de su deber. Alguien lo ordenó y ese alguien no fue Diosdado…
Tres. El director de Hinterlaces Oscar Shemel en entrevista con Vladimir Villegas confirmó lo que se siente en la calle: hoy el régimen no ganaría ninguna elección. Perdería con más del 60% frente a la MUD. Estos números los tiene la cúpula roja. Por eso con el más absoluto caradurismo aseguran que no habrá elecciones. Así razona la democracia madurocabellista: Los votos son buenos cuando son rojos. Ahora que el pueblo les ha dado la espalda, esos votos no valen. Están entrampados. Intentan diferir el revocatorio y suspender las elecciones de gobernadores. ¿Intentarán lo mismo con las presidenciales del 2018? Si lo logran, se arrepentirán de no haberse contado…
Cuatro. La manera como el madurocabellismo maneja el conflicto es evitándolo. De alguna forma creen que negar sistemáticamente los problemas logra que estos desaparezcan. O terminan creyéndose las propagandas burdas y mediocres que transmite VTV. La dirigencia Psuveca parece condenada a morir políticamente en un acto absurdo de suicidio político. En lugar de ejercitar la crítica y la autocrítica de su desempeño en las funciones de gobierno siguen empeñados en meter la cabeza bajo la tierra. Mientras ellos se aíslan de la realidad del pueblo, sus camaradas huyen en estampida hacia otras opciones políticas con ofertas más realistas, sensatas y esperanzadoras.
Y cinco. Diálogo. El problema es que el régimen no tiene una posición sincera para dialogar. Ve en el diálogo una oportunidad para ganar tiempo y articular maniobras que les permita asegurar que este año no habrá ninguna consulta popular. Así como está planteado será una manipulación estrictamente mediática para que algunos líderes mundiales le laven la cara al régimen. Para todos los efectos prácticos ya Diosdado lo dijo: Con la derecha -¿qué será él?- no habrá diálogo. Entonces no habrá. Pero revocatorio sí. Escríbanlo…
