La manera normal de entender la arquitectura,tal comonormalmente se la sigue haciendo hoy y que identificamos como moderna está siendo cuestionada por el surgimiento de otra manera de entender y hacer arquitectura: la arquitectura sustentable.
Los cambios en las tecnologías y los nuevos conceptos de diseño ambiental han sido asombrosos. Aunque se siguen utilizando los criterios de forma y función, hoy comienza a hablase de huella ecológica, de permacultura, de reciclaje de materiales y aguas servidas, de uso de energías renovables, de envolventes capaces de generar electricidad, de recuperar los materiales y las técnicas tradicionales, de minimizar el impacto y los costos ambientales.La nueva arquitectura, en su forma y materiales no debe agredir el paisaje natural y más bien debe mejorarlo. Los materiales deben permitir su reciclaje. Se habla de autoconstrucción y autoconsumo.
Están apareciendotambién nuevos criterios urbanísticos. La aplicación de la Carta de Atenas que guio las acciones urbanísticasdespués de la segunda guerra mundial generóun espacio urbanodonde se le da primacía al automóvil privado, en detrimento de los peatones, ciclistas y usuarios del sistema público. Así, la calle, un espacio colectivo, se volvió una tierra de nadie, hostil e inhóspita.
Las bicicletas, un medio antes asociado con la pobreza, está siendo utilizada por millones en todas las ciudades del mundo desarrollado. Hoy la política es reducir el área dedicada a los automóviles imponiéndoles fuertes restricciones e impuestos al derecho a circular y favoreciendo todos los otros modos de transporte.
Las ciudades están rescatando los espacios para la convivencia y sus planificadores están entendiendo la importancia de poner gente en la calle como una medida esencial para mejorar la calidad de vida. Calles antes depredadas por el automóvil se están recuperando con árboles, cafetines, escenarios para actos culturales, librerías, áreas peatonales y ciclísticas y mobiliario estratégicamente ubicado. La voz cantante la lleva Jan Gehl quien, luego de años interviniendo exitosamente la ciudad de Copenhague, ha estado asesorando a otras ciudades en cualquier parte del mundo. Sus experiencias e ideas están logrando esa vieja consigna de “La ciudad es la gente” que tantas veces se la hemos oído a Fruto Vivas.
Lo grave que de estos cambios es que de ellos apenas nos enteramos por la internet y es muy poco lo que se ha implementado en Venezuela. Esto se debe, en parte, a que en los últimos años las universidades han encontrado grandes dificultades para mantenerse no solo al paso del progreso en la profesión de la arquitectura, sino incluso para sobrevivir como institución y poco han podido contribuir a la difusión de esta nueva arquitectura. No nos llegan ni libros ni revistas especializadas, es difícil lograr becas para estudiar en el extranjero –donde estas prácticas están muy avanzadas- y las visitas de profesores invitados son escasas cuando antes era una práctica rutinaria.
Vendran tiempos mejores….