El peor error que suelen cometer los políticos es creer que todo el mundo opera bajo su misma lógica. Una persona que navega en las turbias aguas de la política sabe que su discurso puede ser ambiguo para evitar compromisos que más adelante le puedan afectar; también entiende que los tiempos son claves para asumir posiciones determinadas, y en especial reconoce cuándo puede avanzar y cuándo debe detenerse, e incluso retroceder un poco. Al final lo único que importa es acceder al poder.
Cuando las fuerzas relativas en torno a la lucha por el poder son dispares, quien tiene más fuerza empuja en la dirección que más le convenga, con un discurso y acciones fieles a sus creencias, apartando fácilmente a quien se le oponga. Pero cuando las fuerzas en juego están distribuidas de forma más equilibrada comienza un juego en el que la táctica desempeña un rol fundamental, siendo lo más importante no perder espacios ganados e ir conquistando otros nuevos de manera paulatina y con mucha cautela.
Un ejemplo del segundo caso en el plano militar fue la Primera Guerra Mundial, específicamente su lucha de trincheras. Los soldados podían pasar semanas y hasta meses en una misma posición, avanzando algunos metros y retrocediendo otros. Al no haber una clara superioridad de fuerzas el conflicto podía llegar a puntos muertos por largos períodos. Cuando esto ocurría, mientras los generales y líderes civiles se encontraban a centenares de kilómetros del frente con sus mapas y estrategias, los soldados en el frente padecían hambre, frío y otras calamidades. Sin contar el sufrimiento de sus familiares en sus respectivos países.
Venezuela ha llegado a un punto similar. La realidad es que en este momento nadie tiene la fuerza suficiente para imponerse por encima del otro sector. La consecuencia son anuncios y contra anuncios, movimientos cautelosos para no perder las precarias posiciones que cada quien ha alcanzado, e ir intentando encontrar pequeños espacios por los cuales irse colando para sumar más fuerzas. Mientras tanto, la población en general, como los soldados y sus familiares en las guerras, padece hambre, inseguridad, y otras tantas calamidades.
La situación anterior solo cambiará cuando algún actor logre acumular fuerza suficiente para imponerse sobre los otros. Para que esto ocurra hay diferentes vías, que van desde el reacomodo de fuerzas a partir de nuevos acuerdos entre los actores, la aparición de un elemento externo que equilibre la balanza hacia un sector, o algún evento imponderable que trastoque todo el mapa de fuerzas. En el caso de la Primera Guerra Mundial, la entrada de los Estados Unidos en el conflicto inyectó nuevas energías, y las derrotas alemanas acumuladas aceleraron un proceso de revuelta interna que terminó en la dimisión del Gobierno y la firma de un armisticio. La gran incógnita hoy en Venezuela es cuál será el factor que desequilibre las fuerzas y le dé ventaja a uno de los sectores.
@lombardidiego