“Noche polar de oscuridad helada”

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Una rápida mirada al panorama actual en Venezuela nos muestra cada vez más lejana la posibilidad de diálogo directo entre las partes.

El presidente de la República, Nicolás Maduro, ha venido subiendo el tono confrontacional de su discurso en las últimas semanas. Los principales líderes del chavismo se han inscrito en esa misma tónica. Desde el mundo opositor también se han profundizado los mensajes críticos a la actual gestión y concentrado los esfuerzos en impulsar el referendo revocatorio presidencial para este mismo año. ¿Qué puede pasar en este escenario de profundización del conflicto? Decía Maquiavelo que “no puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad”. El país del presente es un país lleno de dificultades; por ende, parece que la buena voluntad escasea también.

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Para que haya diálogo en Venezuela en medio del cuadro hostil que vivimos tiene que haber buena voluntad. Esto no ha sido posible hasta el momento y pareciera que las puertas se están cerrando una por una. El sociólogo alemán Max Weber usa una frase demoledora: “Noche polar de oscuridad helada”, para definir las consecuencias de una “sobreburocratización” de la sociedad, a propósito de lo que significó en el siglo XX el modelo soviético de Estado. Desde el gobierno nacional se promueve una visión ideológica que dificulta la realización del diálogo, porque descalifica de entrada a quienes tienen posturas políticas diferentes. Su visión se asemeja mucho a la descrita por Weber en sus cuestionamientos a la forma socialista de Estado.

Cuando se descalifica de entrada prácticamente se condiciona la posibilidad de dialogar políticamente. Esa ha sido la premisa de las vocerías oficiales que representan al chavismo organizado en el país y en esos términos un diálogo directo entre las partes es imposible a corto plazo, salvo la presencia y el acompañamiento de actores internacionales aceptados íntegramente para mediar.

Pero existe algo que quizás desde adentro del país no se le preste la debida atención. Este “algo” tiene que ver con la importancia económica de Venezuela para la región y lo que pudiera significar un proceso de “desestabilización” y agravamiento de nuestro caso en las economías de Colombia, Brasil, Panamá y los países del Caribe, a partir de una agudización de nuestra  crisis actual.

Ese impacto hacia la geopolítica de la región puede movilizar actores continentales que por entera necesidad de protección de un “efecto dominó” promuevan un diálogo político interno con acompañamiento regional. Tanto Mercosur como Unasur poseen mecanismos para intentar esfuerzos en esa dirección. La OEA también sería una institución llamada a ser copartícipe de la vía diplomática. Pero pareciera que aún debe pasar algo de agua debajo de los puentes para que esa rendija hacia el diálogo se pueda abrir.

Para salir de la “noche polar”, según la descripción analítica de Max Weber, en Venezuela se debe poner punto final a la “ceguera situacional”. La ideología ha frenado la posibilidad de diálogo. La visión ideológica de los actores fundamentales del gran polo patriótico limita no solo la coexistencia con factores ideológicos de distintos signos sino también la utilización de las herramientas de la racionalidad económica para atender la situación-país actual.

Este fenómeno nos está llevando directamente a una agudización de la realidad socioeconómica, con consecuencias dramáticas en materia de indicadores. Un “atrincheramiento” de las fuerzas políticas psuvistas haría que el escenario de confrontación supere con creces al de cooperación y diálogo. Por eso las voces disidentes que están apareciendo con mayor frecuencia en las últimas semanas tienen una importancia capital para que –desde la necesidad común- se desmonte esa ceguera situacional propia de actores aferrados al poder.

Las palabras de Miguel Rodríguez Torres, Cliver Alcála Cordones, Nicmer Evans, Ana Elisa Osorio, entre otras, deben ser oportunamente atendidas, porque reflejan un pensamiento que puede ayudar a fortalecer el abordaje dialogado de la crisis nacional con apego estricto a las normas constitucionales.

Los próximos días –y semanas, claro está- serán cruciales para vislumbrar cuál será la categorización del status sociopolítico de Venezuela.

Si las agujas se mueven hacia la confrontación, la “noche polar” podría producir neumonía en los países de la región, con la consiguiente activación de sus cancillerías, para abordar con prontitud el asunto.

Si por lo contrario, las acciones se orientan hacia la cooperación, pudiéramos tener un desenlace primaveral a uno de los inviernos más duros por los que ha atravesado nuestra historia republicana.

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