Ante todo, el venezolano debe saber a qué está sometido. La función orgánica del Estado se encuentra desdibujada, distorsionada, tan es así que podemos aseverar que en los últimos 17 años se han celebrado en el país 20 elecciones, que hoy día se encuentra desarrollado un vasto marco jurídico tratante de la participación ciudadana, que tenemos 5 poderes públicos… pese a ello nuestra democracia se encuentra agónica.
Es oportuno destacar que la visión país del gobierno nacional es diametralmente opuesta a la constitucionalmente establecida, son las oscuras interpretaciones entrelineadas de su texto las que han permitido: Un centralismo sembrador de atrasos, un poder derivado como el TSJ en funciones protagónicas, la promoción e idolatría de figuras e imágenes partidistas a través de recursos y medios públicos (pagados con dinero del pueblo), debilitamiento premeditado de los estados y municipios en procura de una forma de “Estado paralelo” dependiente in extremis del ejecutivo nacional, valga decir, visión rechazada por la nación en el referéndum de enmienda constitucional del 2009 pero que paulatinamente se ha impuesto a los venezolanos a través de una institucionalidad desinstitucionalizada ¿Cómo más se puede definir?
El gobierno nacional los últimos años ha sido objeto de fallos y pronunciamientos por parte de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, Organización de Estados Americanos, Organización Mundial del Trabajo, entre otras, tanto Chávez como Maduro hicieron oídos sordos a éstas, más bien, las incorporaron a su gran abanico de lo que el gobierno denomina un complot internacional contra la “Revolución Bolivariana” alias “Socialismo del Siglo XXI” o viceversa.
Sea como sea, la activación de Carta Democrática podría tener varias consecuencias, entre ellas un aislamiento del país en términos económicos y comerciales, lo que sería algo sumamente trágico, pues se incrementarían los ya pavorosos niveles de escasez de alimentos, medicinas, inflación, hambre y un largo etcétera. Es por ello, a juicio de nuestra coyuntura histórica, consideramos que un mecanismo como este debe ser evitado, toda vez que el gobierno poco le importa las actuaciones de las estructuras internacionales que no patrocina petroleramente como Unasur, Celeac, Alba, entre otros. Además, la activación de la Carta Democrática daría al gobierno una excusa ideal para endilgar a otros el caos que él mismo ha generado, de la mano de una institucionalidad genuflexa a Miraflores.
En 1967 Rómulo Betancourt le enfatizó a Fidel Castro que Venezuela cuando necesitó libertadores no los importó, sino que los parió, hoy día las soluciones a nuestras penurias no están en manos de otros países ni organizaciones internacionales, hablando de soberanía, el 6D a pesar de todo tipo de amenazas y adversidades los venezolanos demostraron su irrenunciable convicción democrática, esa misma convicción seguirá pariendo los cambios necesarios, todo está servido para que ello ocurra ¡Es inevitable!
@leandrotango