Desbordados por el vertiginoso incremento en la cantidad de usuarios, una merma en los productos que reciben, jornadas maratónicas de hasta 15 horas, la actuación de mafias o “bachaqueros” y la muerte de dos personas en las colas, los trabajadores asociados de Cecosesola evalúan la suspensión de la venta de alimentos en las ferias de consumo familiar.
Ender Duarte y Ana María López, dos de los 1.300 trabajadores asociados a la red de cooperativas, comentaron que esta suspensión sería muy lamentable porque son 100.000 las familias que compran en las ferias cada fin de semana, no solo de Lara sino de los estados vecinos.
“Somos una red que incluye a 280 familias de productores agrícolas y 8 unidades de producción comunitaria, en Lara, Trujillo y Portuguesa. Sin embargo, ante el riesgo de que se pierdan vidas, tomaríamos esa medida extrema”, aseguraron.
Un joven de 19 años y una mujer de 26 años fueron asesinados el 12 marzo y el 9 de mayo, respectivamente, cuando se encontraban en la cola para ingresar a la cooperativa Ruiz Pineda, en el oeste de Barquisimeto.
Las ferias de consumo familiar constituyen una opción a la hora de adquirir los productos básicos, víveres, frutas y hortalizas, sin embargo, varios factores han sobrepasado la capacidad de esta iniciativa que nació en el seno de la comunidad organizada para dar respuestas en cuanto a la distribución y venta de alimentos; así como la oferta de servicios funerarios y de salud, principalmente.
En la actualidad, grupos se han apoderado de los espacios a las afueras de las cooperativas y venden los puestos de la cola hasta en 1.000 bolívares, falsifican los números y hasta profieren amenazas con armas de fuego.
La aglomeración y el desespero de quienes anhelan un número para poder comprar generan situaciones de violencia entre los usuarios e incluso hacia los trabajadores de las ferias, a quienes culpan de la escasez de alimentos.
Muchos consumidores habituales dejaron de acudir al área de víveres debido a las inmensas colas y al clima que se genera en ellas, desde días antes de la venta y en la madrugada. Los números son entregados los jueves y ya los lunes existe expectativa y tensión por querer estar entre los primeros.
Para Duarte existen dos maneras de desestimular pernocta de personas a las afueras de los mercados: a la fuerza, que no es la ideal, o mediante el consenso y la organización.
A su juicio, la agresividad de las personas responde a la necesidad de adquirir los alimentos para su familia, y la zozobra crece cuando comienzan a quedarse vacías las bolsas que contienen los números. La mayoría de las personas se retiran, decepcionadas, frustradas pero sin mayores problemas, pero también queda un grupo haciendo presión.
– En la Feria del Centro entregamos 6.000 números cada jueves, más 1.500 de tercera edad, más 1.300 con discapacidad. Esto hace un total de casi 9.000 personas atendidas.
Pero la situación nos está desbordando, cada vez viene más gente y tenemos una capacidad limitada, tanto de tiempo como de los productos que llegan.
Seguridad en grave riesgo
“Estamos en una situación extrema y en algunos momentos sentimos que nuestra propia seguridad está en riesgo, cuando salimos a entregar los tickets en la cola y estamos en la feria los fines de semana. Cada uno de nosotros, como vecinos de la comunidad, nos sentimos tocados por esta situación”, refirió Duarte.
Cuestión de Estado
López ratificó que la entrega de los números les genera mucho estrés. Contó que hay cuatro días de venta al público y el resto de la semana, acondicionan los espacios de feria, colocan la mercancía y tienen reuniones para planificar las acciones y profundizar en el proceso educativo. Sin embargo, éste se asume con mucho más estrés, abocados casi por completo a cómo será el siguiente fin de semana y qué haremos. Esa preocupación está muy presente entre los trabajadores asociados.
Refirió que han tenido respaldo puntual de la Policía y la Guardia Nacional pero no es suficiente, por lo cual intentan ubicar otras instancias a nivel regional y nacional para una respuesta en conjunto. A lo cual, Duarte apuntó que ellos no cuentan con las herramientas para afrontar esas situaciones. “Es una cuestión de Estado que debe ser asumida por el Gobierno nacional mediante sus organismos de seguridad como algo serio”.
El llamado es urgente porque pudiera desencadenarse una situación muchísimo peor, por ello planteamos la posibilidad de suspender las ferias para que no suceda una tragedia, similar o muchísimo mayor a la ocurrida con la muerte de la muchacha en Ruiz Pineda, la cual lamentamos profundamente, alertó Duarte.
Al recordar el hecho, Duarte señaló que la mayoría de sus compañeros quedaron en shock pues ni remotamente imaginaban que algo así podía llegar a suceder, pero están conscientes de que si no obtienen respuestas y el apoyo necesario de las instancias a las cuales compete, puede suceder algo mucho peor.
Jornadas maratónicas
Duarte contó que los días de feria comienzan la jornada laboral a las 5 am, abren al público a las 5:45 am y, a veces, les dan las 8:30 de la noche y recién están terminando la labor. “Estas jornadas tan extensas producen agotamiento físico, por supuesto, pero el tener conciencia de que es una actividad que autogeneramos nos da la posibilidad de continuar”.
“El insertar nuestra actividad en un proceso educativo que nos dé la posibilidad de la transformación personal dentro de un colectivo en función de ser mejor persona, tener el espíritu de la cooperación, la solidaridad y la transparencia, es lo fundamental para nosotros, aun cuando nuestras jornadas se extiendan hasta 15 horas de actividad constante”, apuntó Duarte.
– En este momento de incertidumbre, cuando la escasez y la actitud de algunas personas genera un estrés adicional, no debemos ver al otro como rival o enemigo sino entender que básicamente es una situación de frustración por no poder conseguir los productos básicos y el cómo canalizarla es un proceso bien importante que conlleva una reflexión constante sobre nuestra actitud. No se trata de ejercer un poder sobre el otro, sino mantener el encuentro como comunidad, pese a toda esta situación. Entendemos que algunas personas se retiren molestas al no conseguir un número pero lo fundamental es mantener nuestro espíritu de encuentro como comunidad organizada, porque nosotros no somos distintos, no somos empresarios ni dueños sino comunidad organizada prestándonos un servicio, explicó Duarte.
Manifestó preocupación porque poco a poco las ferias de consumo se han convertido en la única alternativa. “Eso es algo que no queremos. Lo ideal es que persistan otras y arranque de una vez el programa casa por casa, en el cual estamos abiertos a participar”.
“El hecho de que las personas tengan que pernoctar a las afueras, los desórdenes que ocurren en la cola, todo eso nos preocupa, porque además muchos de nuestros familiares están afuera esperando un ticket y en muchos casos no logran obtenerlo”, aseguró Duarte y resaltó que cada trabajador tiene derecho a la misma cantidad de productos que las personas que están en la cola. “No llevamos más cantidad a nuestra casa, ése es un acuerdo porque nosotros también somos comunidad”.
En su opinión, a la complicada situación del país se le suma el cierre de algunos establecimientos de la red pública (Mercal, Pdval, Makro) y mientras se completa el proceso de distribución de alimentos con el programa casa por casa, las ferias constituyen una de las pocas opciones complementarias.
Somos un complemento del sistema de distribución de alimentos pero no podemos ni queremos ser los únicos, dijo.
Los trabajadores contaron que otro de los problemas que se ha agudizado en los últimos meses es el hurto de productos costosos, y para afrontarlo, apelan a la vigilancia comunitaria que es mucho más valiosa en términos de educación y conciencia.
Expedición de carné
Los cooperativistas contaron que han ideado varias alternativas para intentar controlar el flujo de personas y la venta de productos: entregar los números un día antes del día de feria, venta según el terminal de la cédula de identidad y ampliación de los horarios de atención. En las últimas semanas, han invertido más de 40 millones de bolívares en un sistema computarizado para intentar hacer más amigable la entrega de números a través de un carné con código de barras.
“Pero sentimos que ésta y otras iniciativas no tendrían el éxito esperado sino contamos con el apoyo y respaldo para controlar la situación desde afuera”, reiteraron.
Además, expresaron que con el sistema de carnetización “se tocarán intereses muy fuertes de los grupos que se han ido apoderando de los espacios y habrá un tema de seguridad muy fuerte”.
La expedición del carné comenzó en la cooperativa El Triunfo y se irá extendiendo a todas las ferias. Puede ser tramitado por todas las personas mayores de edad y el único requisito es la cédula de identidad y 500 bolívares que es el costo de la inversión. La obtención del carné y del ticket no garantiza la compra de productos regulados, porque ésta dependerá de la disponibilidad para ese momento.
Finalmente, López y Duarte, en nombre de sus compañeros, reiteraron su llamado a la tranquilidad y a la organización de la comunidad, como la mejor manera de satisfacer las necesidades de todos.