Frente a la grave situación del país todos concluimos que el rescate de nuestros valores y el motor de las esperanzas a futuro se encuentra en los jóvenes que de manera hidalga y patriótica encabezan con entusiasmo las vanguardias para la reconquista de esa Venezuela que fue ejemplo de democracia ante el mundo. Ese país donde construimos autopistas, represas, túneles, obras de gran dimensión con ingenieros venezolanos. Donde erradicamos las enfermedades endémicas que amenazaban la salud pública de los países de la región donde estamos ubicados. En fin, esa Venezuela pujante que aun siendo del tercer mundo tenía un nivel de vida que la acercaba al estándar de países plenamente desarrollados.
En verdad la lucha de nuestros jóvenes por ganarse un país mejor merece inscribirse dentro de los episodios transcendentales de la historia patria. No obstante yo me pregunto. ¿Tenemos identificados al conjunto de jóvenes que conforman este inmenso ejército de voluntades optimistas? Por ejemplo yo conozco varias personas que en su segunda juventud son caballeros de armadura plateada que de manera irreductible comparten protagonismo de primera fila con los compatriotas de 20 años de edad.
Varios de estos chamos de oro con más de seis décadas de velas desplegadas hacia nuevos horizontes se han congregado en una instancia llamada Red de Instituciones Larenses, donde mas alla de la representación que asumen han conformado una sociedad de amigos donde la moral ciudadana es el estandarte que orienta el rumbo y nutre sus propósitos.
El más joven de estos chamos es José Gerardo Mendoza, quien en alarde de frescura ética publica semanalmente en EL IMPULSO y otros periódicos del país un artículo en el cual resalta el lado positivo de nuestra idiosincrasia y nuestras labores cotidianas. Reforzando ese caudal de optimismo que emana de corazones bondadosos y solidarios están otros chamos como Félix Traviezo y Ali Almao, siempre en yunta y con propuestas similares sobre planes de acción a favor de la ciudad, Édgar Álvarez, con una energía contagiosa y critica nacida del contacto directo y permanente con más de doscientos consejos comunales bajo su tutela, Raúl Azparren y Maximiliano Pérez, un dúo infatigable que funciona como factor de coordinación y divulgación a tiempo completo. Raúl es un roble y un icono viviente de Barquisimeto como ciudad, una especie de obelisco andante y pensante. Por su parte Maximiliano, Max, es una fuerza de voluntad poderosa y creativa que le impone a unos huesos en querella la orden de trabajar sin descanso a favor de las causas sociales, económicas, políticas y religiosas que tengan como norte un futuro ancho y provechoso. Prácticamente lo mismo podemos decir del resto de chamos de oro que integran esta Red: Alberto Gámez, Lino Palencia, Gerardo Álvarez, Argenis Manzi, Carlos Angulo, Luis Vásquez Corro, Marco Tulio Mendoza, Mario José Oropeza, y en conjunto todos, a quienes no cito porque no estoy seguro que cumplan con el requisito de este perfil, tener más de 60 años de edad biológica.
Y en cuanto a las damas, ninguna cercana a esta edad y todas en la treintena, son figuras que ejemplifican la heroicidad histórica de la mujer venezolana. Nancy Rodríguez, Yuyita de Chiosone, María Magda Colmenarez, Nelly Velásquez, Oneida Deibis de Fuenmayor, Omaira Osorio, Milagro Gómez de Blavia, entre otras, chamas de oro o reinas de diamante como las llamaba mi carnal amigo Iván Claudio, son un lujo de damas que también son vanguardia de lucha por una Venezuela donde los sueños derroten al pesimismo y la muerte. Venezuela es joven, en todas sus edades. Gloria a Dios.
