El soberano está siendo burlado y vejado por la cúpula despótica madurocabellista que manda –no gobierna– en Venezuela. Está aseveración no necesita probarse: Está a la vista de todos. Y todo porque quien funge como presidente de la República, en connivencia con tribunal supremo de justicia –en minúsculas-, para no resolver la inflación, la escasez y el hambre pretendiendo anular al verdadero Poder del Pueblo y despojarlo de sus facultades constitucionales. Las decisiones del tsj, en contra del poder originario de la actual Asamblea Nacional, en lo que va de 2016, no se corresponden con la cooperación entre los poderes públicos y están al margen de los preceptos de la Constitución Nacional. Luego, Maduro y el tsj sustraen la voz y el voto de cada ciudadano que sufragó en las pasadas elecciones parlamentarias del 6D.
En la AN se dan cita las legítimas autoridades que representan a la ciudadanía. Allá está el poder originario. Los parlamentarios legislan para proteger de la corrupción y de excesos del poder a la ciudadanía y al país en general. El pueblo necesita que el fuero de sus legisladores sea respetado conforme a los preceptos constitucionales. Como paradoja, este gobierno militarista-despótico agudiza la crisis para medrar de ella y distraer a la gente para que no vea sus innobles intenciones. Es por ello que se mofa y despoja a cada venezolano de la soberanía ciudadana. Con este propósito pretenden anular a los legisladores, que son los representantes y defensores más cercanos de la gente. Lo hacen para neutralizar al poder popular y amordazar la denuncia.
Ante esta burla y atropello, el soberano ha de hacerse sentir y reclamar respeto. La población habrá de movilizarse en defensa de sus derechos y deberes. Este grosero robo contra la voluntad popular no puede tolerarse. Quien tortura al pueblo con escasez, hambre, limitaciones, y para colmo, desconoce al alto concepto del sufragio legislativo, no merece seguir gobernando. El modo de gobernar de Maduro rompe con la civilización y la paz. Siembra a Venezuela en el limbo de la decadencia y la hostilidad, porque usa y monopoliza a los poderes públicos para atropellar y cometer excesos.
Este “gobierno” se coloca al margen de la Ley Suprema. Esto no lo hace revolucionario, socialista, democrático ni republicano. Maduro, a corto y a mediano plazo, no tiene respuestas para mejorar la situación actual. No busca la unión de los venezolanos. A demás, les anula la felicidad. ¡Si, la felicidad, que es el primer bien que busca el ser humano! El objetivo único, de este déspota, es el poder por el poder, sin plantearse la calidad de vida de la familia venezolana. El país necesita presidentes democráticos que respeten la Constitución y a sus instituciones, que activen economías que generen verdadera riqueza y fuentes de empleos, que hagan realidad al sueño venezolano, como lo es, vivir en libertad, en democracia y con calidad de vida digna. Maduro, a demás de violar la Constitución pretendiendo anular el Poder Popular representado por la AN, solo ofrece la tortura de las colas, inflación, escasez y hambre. La indignación del pueblo se hace sentir en la calle y lo dice: “Esto no se aguanta”, “revocatorio ya”.
