No es cierto que no haya mal que dure cien años ni país que lo resista. Porque la verdad es que hay males que duran siglos y los pueblos los soportan porque no pueden evitarlo. Le ocurrió a los romanos cuando los bárbaros, oleada tras aleada, llegaban saqueando y matando hasta que prácticamente no quedó nada y los pocos sobrevivientes huyeron al campo.
Siento que lo mismo está ocurriendo en Venezuela. Han saqueado al país, han destruido los rasgos más importantes de las formas de vida civilizada e imponen sus formas primitivas de poder, al que adornan con cualquier cantidad de adjetivos que solo revelan sus ignorancias y su capacidad de mentir, como hizo la canciller en la OEA. Y los que pueden huyen al exterior.
Europa comenzó a salir del caos solo a medida que los bárbaros se iban civilizando y reconstruyendo lo que podía quedar de la cultura romana, pero esto les llevó 900 años, lo que duró la edad media que, con razón, fue identificada como la edad oscura.
Mientras más tardemos en salir de este gobierno de bárbaros y primitivos, mayor será el esfuerzo y el tiempo de reconstrucción. Estos bárbaros están destruyendo todo lo que ellos ni conocen ni entienden de los aspectos positivos y progresistas de la cultura occidental.
La civilización es una construcción precaria que ya se ha desplomado muchas veces. Y a pesar del pesimismo, sí podemos reconstruir un futuro mejor que el que los neo-barbaros quieren imponernos. Al final de cuentas no son más inteligentes que nosotros, solo más primitivos y dañinos.
El título de esta nota parafrasea el de la obra de Marcos Aguinis, “El atroz encanto de ser argentino”, un libro publicado en el 2001 donde el autor analiza la historia y el modo de ser de los argentinos. Y, salvo algunos detalles, son igualitos a nosotros. Quizás por esto Chávez y los Kirchner se entendían tan bien. El libro puede bajarlo gratis en formato PDF. Lean el capítulo dedicado a Juan Domingo Perón y luego hablamos. Una anécdota tomada del libro: cuando a Jorge Luis Borges le preguntaron si los peronistas eran buenos o malos, apenas alcanzó a decir: “No son ni buenos ni malos, solo son incorregibles”, tal como ocurre con nuestros chavistas duros.
Los impactos de los varios gobiernos de Perón y de sus seguidores -Perón aparece en la escena política argentina en 1943- aún no han terminado. Los Kirchner son un ejemplo de ello. Esa misma larga estela puede ser la maldición del chavismo… y la nuestra. Para los argentinos el siglo 20 fue el siglo de Perón, para los venezolanos el siglo 21 será el del chavismo. Todavía podemos evitarlo.
