Los pueblos tienen que prepararse para el último día de un régimen autoritario. Vivas están en las retinas de los pueblos latinoamericanos las últimas horas de Perón, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez, Trujillo, Batista, Somoza, Duvalier, Stroesnner.
Como dicen en criollo “a cada cochino le llega su sábado”. Puede decir lo que quiera pero que Nicolás Maduro tiene el sol en la espalda, eso hasta sus propios partidarios lo saben. La declaratoria de otro estado de excepción lo confirma. El pueblo debe apurar el momento. Ya lo hace desde las redes y el internet con el humor, pero hay que dotarlo de un lenguaje previo que deben usar los políticos y periodistas para que también el mundo se entere en manos de quién estamos.
Maduro no es el Presidente, es el dictador, el tirano, el déspota. Sus anillos, sus Ministros, su entorno, son sus secuaces. Los cuerpos de seguridad que allanan residencias sin órdenes judiciales, los que torturan, asesinan, secuestran, son los esbirros, la Gestapo, los matones. Los descubiertos y denunciados en casos de corrupción, son “Ali Babá y los cuarenta ladrones”, los protegidos, los enchufados.
Pero del lenguaje previo hay que pasar a las previsiones. En el momento en que por la vía del referéndum revocatorio o un imponderable, caiga esta dictadura, el pueblo debe salir a las calles a celebrar en todas las ciudades, debe estar pendiente de tomar medidas en los puertos, aeropuertos, costas y fronteras, para evitar la fuga de los antiguos gobernantes, colaboradores insignes que deberán ser llevados a los tribunales de justicia.
Abandonados Miraflores y Palacios de Gobierno regionales, debe impedirse el saqueo pero no la destrucción de imágenes, estatuas, vallas, cuadros de personeros del antiguo régimen. Esta previsión es importante porque sabemos lo ocurrido con el fin del gomecismo y de la dictadura perejimenista. Hay que evitar en lo posible el refugio en algunas embajadas de gobiernos colaboracionistas de personeros chavistas solicitando asilos.
No es de extrañar el nerviosismo que en los últimos días exhibe el régimen. Se están multiplicando los saqueos a supermercados, los robos en escuelas, universidades, iglesias, residencias y empresas. Son alarmantes los asesinatos de policías y guardaespaldas. Crece en el interior la indignación por los cortes de electricidad de cuatro horas. La escasez de alimentos y medicinas, unida a la inflación tiene a los venezolanos contra la pared. Lo ocurrido con Dilma Rousseff en Brasil, la no reelección de Evo Morales y la investigación a la Cristina Kirchner, tiene al Nicolato en apuros.
En el exterior los venezolanos deben preservar las sedes diplomáticas y consulares, manifestar organizadamente su júbilo por el fin de uno de los gobiernos más nefastos de la historia de Venezuela y urgir a los países donde se encuentren el reconocimiento del nuevo gobierno y ayudar a la extradición de los solicitados por los tribunales venezolanos. Lo demás, Dios proveerá.