Amanecemos hoy, lunes 16 de mayo, mi señora y yo con unos mensajes preocupantes de nuestros hijos casados. Por el sector donde viven varios de ellos, hubo racionamiento de luz eléctrica desde las cuatro de la mañana. A la hora que escriben no saben si se prolongará como ha ocurrido otras veces. Los niños, menores de seis años casi todos, se despertaron en la madrugada por la bulla, el calor, los zancudos y no pudieron dormir más. Deben estar en el colegio a las siete de la mañana. No hay agua para bañarlos, no hay, como dije, electricidad para prepararles el desayuno y como pueden los asean, les preparan algo frío de comer para llevar al colegio con la esperanza de que allí puedan calentar los alimentos.
Somnolientos, contrariados y perplejos, estos pequeños ciudadanos llegan a sus clases, probablemente se duerman en sus pupitres. Al llegar al colegio se encuentran con la noticia de que en el colegio tampoco hay luz eléctrica. Allí el racionamiento empieza cuando termina en sus casas. No sé qué pensaran estos niños. Hay pocos en clase, ante el panorama descrito algunos padres deciden no llevarlos al colegio. No pueden calentar sus comidas. No pueden ver bien en los salones por la falta de luz y sobre todo cunde el desaliento general ante la perspectiva de que no haya electricidad toda la mañana. Las maestras harán lo imposible para cumplir su misión. Pero será bien cuesta arriba. Todos los niños, me cuentan sus padres, saben que aquello es culpa de un señor de apellido Maduro, sin saber exactamente de quién se trata. Así pasará Maduro a la historia de Venezuela, como un señor que hizo sufrir hasta el máximo a los venezolanos especialmente los niños.
Más tarde me llama mi anciana madre para contarme que el ministro de la parroquia Santa Teresita no pudo subir a su apartamento el domingo a llevarle la Comunión porque no había luz y por lo tanto no había ascensor. Ni siquiera el intercomunicador funcionaba, por supuesto tampoco había agua. Pregunto si será justo todo esto. Qué sentido tiene este sufrimiento que hasta la población más vulnerable tiene que soportar. Esto sin contar la falta de alimentos y medicinas que, precisamente, afecta a este sector de venezolanos. Y al gobierno no le importa nada, es como si no fuera con ellos, como si no tuvieran ninguna responsabilidad. Hasta cuándo habrá racionamiento eléctrico? Se está haciendo algo para superar definitivamente ese problema? O debemos esperar el nuevo gobierno que Dios mediante debemos encontrar pronto? Mientras tanto la inefable canciller dice en la OEA que en Venezuela hay suficientes alimentos y medicinas, que está abastecida incluso para alimentar a tres países. La ignominia y desvergüenza de este régimen no tiene límites. Y en medio de todo esto, se rechaza la ayuda humanitaria de Cáritas y se preparan acusaciones infames contra la Iglesia Católica. El diablo se ríe, señor Maduro, porque se lo va a llevar.