El músculo descansa en el sarcófago que guarda las cenizas de la flojera gubernamental. El régimen clausura el trabajo fecundo para escudarse en el reposo embrionario, que caracterizó la rutina laboral del actual presidente de Venezuela Nicolás Maduro Moros.
La nación envuelta en una pavorosa crisis de dimensiones incalculables, lo cual la obligaría a esforzarse para poder lograr el camino al éxito, sigue orientada a perder el tiempo en medidas absurdas que lo que hacen es complicarla más. La administración primitiva del socialismo mandó a la casa a millones de laborantes, que ahora se dan la mano con los nueve millones de desocupados que tenemos producto de la desquiciada política económica que desoló al campo hasta hacerlo un desierto donde solo existe ruina. Con sus descabelladas ideas hicieron posible el quiebre de las empresas básicas de Guayana, la destrucción del sistema eléctrico nacional que también contribuyó a que dieciocho mil empresarios terminaran colocando un candado en sus portones.
El planeta mira con estupor lo que ocurre en Venezuela ¿Quién puede venir a invertir en semejantes condiciones? La imagen de la nación deteriorada en grado sumo, son esas políticas las que fortalecen la palanca que nos empuja hasta el abismo. Caímos hasta las honduras de lo imaginable. Con la mayor tasa de desempleo del hemisferio, en contubernio con una galopante inflación, mandar a los trabajadores a disfrutar de parones reiterados; es la tercera pata de un trípode de torpezas. Fue esta concepción absurda la que nos llevó de las enormes posibilidades hasta la ruina. Pasamos de estar entre las primeras veinte economías del planeta a deambular entre los países más pobres. ¿Cómo hicieron para desbancarnos? Sencillamente se escudaron en algunas realidades sociales de la época, para volcar todo su odio a través de un proyecto hegemónico que busca construir una idea sobre el cadáver humeante de la república, son las mismas teorías que llevan fracasando doscientos años y que estos revolucionarios presentan como novedad. Entre lunas y disparates de tragaron nuestros incalculables recursos, aquí robó desde el portero hasta el más encumbrado cisne rojo. Son una máquina dispensadora de desaciertos. En el amplio camino de los desaguisados consiguieron un buen escudero en el narcotráfico, son muchos los investigados que están próximos a caer. Venezuela es la ruta segura que tienen los envíos para llegar a los mercados de Asia y Europa. Según un informe de la oficina antinarcóticos de Francia, los diez cargamentos más importantes detectados por el organismo galo salieron de nuestro país. Con una característica fundamental: Casi siempre los detenidos son individuos sospechosos de terrorismo; que llevan entre sus pertenencias pasaporte venezolano emitido de manera reciente.
Desde Miraflores prosigue el reposo. Descansa el estado sin tener un ductor con ideas. Duerme perdidamente, mientas el país sigue acorralado. La falta de seso gubernamental hace que la única idea que se les cruce por la mente es declarar días no laborables. Es el culto a la flojera como olivo del Olimpo de estos individuos sin mesura. Es invitar al ocio para que suministre su dosis letal de veneno para la sociedad. Quizás Nicolás Maduro crea que dirigir los destinos de la nación se asemeja al puesto de chofer que tenía en la compañía Metro de Caracas. El presidente se imagina que sigue durmiendo en el sofá gris en la estación de Las Adjuntas. No estamos para que un hombre se duerma entre los brazos de su incapacidad. Y más cuando su elección y nacionalidad están en entredicho. Cuando más del ochenta por ciento de los venezolanos pide a gritos su salida inmediata de Miraflores.
El músculo del país sigue durmiendo en el sarcófago. Casi amordazado como las momias en el valle de la muerte; el régimen quiere que entre las esencias de su purificación, esté el sándalo que hace que dormiten las voluntades. En un rótulo amarillento se puede leer: Venezuela no laborable. Ese es el plan de los que nos desgobiernan. Que nuestra patria termine aplaudiendo a la inmovilidad como principio de vida…
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