La familia de un marinero cuya rápida actuación a bordo de un bote salvó a pasajeros durante el hundimiento del Titanic se congregó el sábado en New Jersey, donde se colocó una lápida en su tumba casi 75 años después de su muerte.
Entusiastas de la tragedia del Titanic y miembros de la familia de Robert Hopkins asistieron a la presentación y bendición de una lápida de granito negro que llevaba el nombre del marinero en el cementerio del Santo Nombre en Jersey City.
Los restos de Hopkins descansaban en una tumba sin nombre desde su fallecimiento en 1943.
El acto de heroísmo de Hopkins la noche del 14 de abril de 1912 estuvo en el olvido durante mucho tiempo, salvo para los estudiosos del fatídico primer viaje del Titanic, en cuyo hundimiento en las aguas heladas del norte del océano Atlántico perdieron la vida 1.512 de sus 2.225 pasajeros y miembros de la tripulación.
El hábil marino estaba dormido en su litera cuando el Titanic colisionó con un bloque de hielo. Se le ordenó que ayudara a cargar pasajeros y a lanzar al agua los botes salvavidas, en los que solo había espacio para 1.178 personas.
El primer oficial William Murdoch, que se encontraba en el puente de mando en el momento de la colisión, ordenó a Hopkins que abordara el bote salvavidas 13, al que subieron muchos pasajeros de tercera clase, dijo el cofundador y presidente de la Sociedad Internacional del Titanic, Charles Haas.
El bote salvavidas en el que iba Hopkins descendía por debajo del 15, que parecía que iba a caer sobre él.
«Por lo que podemos entender, Hopkins grito hacia arriba que dejaran de bajar los botes. Él y otro miembro de la tripulación cortaron las cuerdas con una navaja», declaró Haas.
«Sin esa acción de Hopkins, posiblemente se habrían perdido los botes salvavidas 13 y 15», agregó.
Después de que lo rescataran, Hopkins regresó al mar y se convirtió en estibador en Hoboken, al otro lado del río Hudson desde el muelle en el sur de Manhattan, a donde debía llegar el trasatlántico,