En Venezuela, durante los años ’70 y ’80 llegaron excelentes producciones de dibujos animados, popularmente llamados comiquitas. Muchos de ellos ocupaban las horas de los niños cuando no existían computadoras ni mucho menos internet.
¿En qué se diferencian esas tiras de las ilustraciones burlistas, fantasiosas, impresas o animadas, que desde hace 17 años le exhibe el gobierno bolivariano a los venezolanos adultos?
De verdad, y viéndolo desde el punto de vista serio, el gobierno nos ha sabido llevar de un bravo pueblo a uno desmotivado, hipnotizado, capaz de aguantar actos insólitos que nunca se imaginaron nuestros libertadores.
Esos largometrajes desaparecen rápido de la mente de los compatriotas. Uno hace olvidar el otro quedando lavados y planchados. No hay espacio para enumerarlos, pero ¿recuerdan por ejemplo el caso Antonini?
Fue un proceso judicial y una polémica generada cuando Guido Antonini Wilson, un empresario venezolano-estadounidense llegó a Argentina el 4 de agosto de 2007 con una maleta con 790.550 dólares que no había declarado a su llegada y que fueron decomisados.
¿Qué pasó con el narcotraficante Walid Makled, acusado por presuntamente incurrir en comercio ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, legitimación de capitales, asociación para delinquir y sicariato?
Cuando estaba detenido en Colombia dijo tener en su poder “pruebas contundentes” que implicaban a altos militares y funcionarios del gobierno de Hugo Chávez en sus negocios.
¿En qué quedó todo esto? En comiquitas.
Los venezolanos tenemos la “virtud” de olvidar, mientras el gobierno nos atropella como cuando los judíos se convirtieron en Alemania en blanco de represión sistemática ejercida por los nacionalsocialistas hace 83 años.
«Llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria», decía Bolívar, y la reflexión viene a cuento porque a cada decisión de la Asamblea Nacional hecha pública desde el hemiciclo, hay que darle otro margen de aprobación.
Ya no se puede creer en lo primero que se oye. No importa lo que se diga, ni cómo se diga; todo debe cumplir un período de aceptación de parte -aunque no sepamos quiénes son- validen o no el anuncio.
Por eso, mientras el régimen y el tribunal supremo de justicia lanzan “trompetillas” a la Asamblea Nacional acorralando sus decisiones, examinamos la tercera estrofa del Himno Nacional Gloria al Bravo Pueblo: Unidas con lazo/ que el cielo forjó,/ la América toda/ existe en nación,/ y si el despotismo/ levanta la voz,/ seguid el ejemplo que Caracas dio.
Ata a nuestro cántico una expresión sabia del Libertador: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo”. De allí se originan la usurpación y la tiranía.
Hugo Chávez mandó desde 1999 hasta 2013 (14 años), su heredero Nicolás Maduro lleva 3 y espera superarlo.
Es falso que estemos entregados y dispuestos a morir de rodillas.
Soy firme creyente de que la voluntad humana es la que modela y transforma el mundo.
Quién elige un gobierno es su propia ciudadanía, y quién lo mantiene también, pero peor aún, lo que legitima, reivindica y respalda es toda aquella acción que tú no realizas para frenarlo.
