Armando Reverón es un pintor para escribir sobre su persona, filmar su vida, hablar se sus insólitas anécdotas y de su arte. Nació el 10 de mayo en 1889, en Caracas. En su niñez tuvo varios problemas de salud como la fiebre tifoidea, era melancólico y de carácter difícil. Comenzó a estudiar pintura y después viajó a Barcelona y Madrid, en 1912. Regresó a Venezuela y volvió a Europa en 1914. Estudió a Goya, Velásquez y Sorolla. No le interesaba ir a París, alfinal, invitado por unos amigos pasó 6 meses. Hacia retratos para los turistas para ayudarse, en el Jardín des Tuileries. En ese momento, en París, se hablaba de Giorgio De Chirico, de Delaunay, del cubismo y futurismo.
Pero Reverón estaba más interesado por los impresionistas y, sobre todo, por los temas de sus paisajes como lo son las Catedrales y los Nenúfares de Claude Monet. A los impresionistas le atraía pintar el reflejo en el agua de las lagunas y ríos, era la época del «Plaine air». Esas obras pintadas a diferentes horas del día y en las cuatro estaciones donde la luminosidad modificaba constantemente el paisaje. Las visitas a los Museos El Louvre y el Museo de Luxembourg para estudiar a los grandes artistas. Regresa a Venezuela y se hace amigo del pintor ruso Nicolás Ferdinandov, quien le aconseja que se retire, así, como lo hizo el pintor francés Paul Gauguin que abandonó todo para irse a Tahití y lograr hacer su obra. Le sugiere que construya su casa y que se busque una pareja y así lo hizo.
Le pidió dinero a su madre. Tenía en ese momento 34 años y se compró un terreno en Punta de Mulato, en Macuto. Hizo una fiesta e invito a los vecinos, cocinó un sancocho y bebidas para comenzar la construcción. Empieza la edificación con la ayuda de los amigos. Se construye su templo. Como sabe coser hace los vestidos para sus muñecas y para Juanita.
Construye sus caballetes y hasta Pancho, el mono tiene su caballete para que pinte. Para pintar es todo un ritual, se acuesta en el piso, se frota los brazos con una tela. Coloca el color con fuerza, sin pensarlo, pero con la experiencia que había adquirido a través de todas esas grandes obras que había visto. Sus primeros trabajos de gran riqueza cromática, luego la etapa blanca, donde el color desaparece para dejar que la luz sea lo determinante y el blanco insinué árboles, nubes, palmeras y el horizonte marino, y la etapa sepia, donde los ocres y marrones forman parte de obras de gran fuerza plástica. También construyó objetos, como pianos sin sonidos, alas de murciélagos, teléfono para no comunicarse,guitaras para no ser tocadas, pájaros de papel encerrados en jaulas bidimensionales. Todo el ambiente formaba parte de su gran escenografía para crear.
Padeció de trastornos sicológicos, en un momento fue llevado a la clínica. Al llegar, el doctor le dio papel y lápiz y Reverón le explicó: «Yo lo que quiero es hablar; no dibujar». Solo trabajaba cuando se sentía bien; podemos encontrar una obra con gran conocimiento, aunque, sin proponérselo, él quería era crear, expresarse, existir… muere el 18 de septiembre 1954.
Recuerdo que un día del año 62 viajé hasta Macuto, quería conocer El Castillete, al entrar Juanita me dijo: «No tengo nada que vender». Ese día había entrado a ese gran templo donde Reverón entró en comunicación con su mundo interior. Me sentí emocionado de pasar un buen rato hablando con Juanita Ríos, su modelo, musa y compañera. Fue tan trascendente esa visita, que mi primera exposición fue dedicada: «A Juanita, mi personaje, simbólico».
Por decreto el 10 de mayo fue declarado día del artista plástico.
Esteban Castillo