Carla Portillo trabaja en la Zona Industrial de Barquisimeto en turnos rotativos. En uno de ellos entra a las 3:00 de la tarde y sale a las 11:00 de la noche. Normalmente el transporte la deja a media cuadra de su casa en Yacural pasada las 12:00 de la medianoche. El pasado lunes cuando salió a esa hora y llegó al sector a eso de las 12:15, le tocó caminar más de 50 metros en tinieblas, porque fue en el mismo momento en que el suministro eléctrico había sido cortado debido al plan de racionamiento.
“Sentí mucho miedo, un frío me subió desde las piernas hasta la cabeza; miraba a todos lados porque me parecía que en cualquier momento me iba a interceptar alguien para atracarme o hacerme cualquier cosa. Le pedí a Dios que me cuidara y caminé rápido hasta la casa. Fue horrible, estoy pidiendo que tomen en cuenta la situación para los siguientes días”, comenta con una expresión de miedo en el rostro.
“Es un peligro que corten el alumbrado público de esta manera, a esa hora hay gente en la calle produciendo; no puede ser que la seguridad personal no importe en este país”.
Una situación similar vivió Argenis Moncada en Santa Rosa a quien también le tocó llegar a oscuras a su casa. “No es fácil porque yo vivo en una colina a la que no suben vehículos y caminar en medio de las tinieblas sin saber con quién te vas a conseguir es preocupante; si tienen que hacer los racionamientos que los hagan, pero no deberían suspender el alumbrado público porque mucha gente anda en la calle por trabajo o por alguna emergencia y en medio de la oscuridad está más propensa a ser víctima del hampa”.
Un trabajador de Corpoelec que no quiso revelar su nombre expresó a EL IMPULSO que hasta hace un par de meses les informaban con anticipación los recortes. “Ahora cortan el suministro y luego nos avisan, porque es una exigencia del alto gobierno, pero creo que el tema del racionamiento debe manejarse con menos hermetismo porque puede afectar los electrodomésticos de los usuarios y en algunos casos, en horas nocturnas, hasta pudiera poner en peligro las vidas de las personas que andan en la calle, por lo menos ahora acaban de publicar unos cronogramas”.
Artefactos quemados
Pero no solo se trata de la seguridad de las personas sino que a raíz de los apagones decenas de personas han sido afectadas. A Zaileth Rodríguez se le quemó la nevera la mañana del pasado 30 de marzo. Recuerda que de pronto hubo una baja en el suministro: El aire acondicionado y la nevera se apagaron y se prendieron unas cuatro veces hasta que el suministro se fue por completo. Luego de dos horas encendió el aire, después de quitarle el protector que se derritió debido al fuerte golpe de corriente. “Se me quemó el protector gracias a Dios no afectó el aire”.
La mayor sorpresa para Zaileth fue cuando enchufó la nevera, pero no arrancó. “Me quedé sin nevera. Desde entonces si compro pollo o carne debe ser en pocas cantidades porque de lo contrario se daña, pues no tenemos donde refrigerarla. Yo tengo tres niños pequeños y no ha sido fácil; desde entonces hasta el agua la bebemos a temperatura natural. Con lo que gana mi esposo, que es el único que trabaja, no alcanza para comprar otra, ni siquiera usada porque está por encima de los 100 mil bolívares. Arreglar la nuestra sale en 60 mil, pero lo peor es que no se consigue el repuesto”.
“Uno trata de estar pendiente para apagar los artefactos antes del apagón, pero el problema es que varían los horarios de racionamiento, por lo menos ahora anunciaron un cronograma, ojalá y lo cumplan para evitar males mayores”.
Yasmila Vizcaya, quien vive en El Trompillo cuenta que a ella se le dañó el televisor en medio de un apagón. “Mi mamá estaba viendo un programa y de pronto hubo una interrupción. Cuando tratamos de prenderlo nuevamente no pudimos”.
Al siguiente día Yasmila contactó a un técnico quien le dijo que se le habían quemado algunos transformadores, que tenía arreglo pero le saldría en 9 mil bolívares, la mujer hizo el sacrificio y se lo arreglaron.
Félix Aponte, no tuvo la misma suerte. El televisor de su hija se dañó con los apagones y no tuvo solución. Buscando la economía lo llevó para que un técnico lo reparara, pero éste le dijo que no había nada que hacer porque se habían quemado varios fusibles. Luego de cuatro días viendo precios de televisores nuevos, optó por comprar uno de 14 pulgadas usado a través de Mercado Libre por 20 mil bolívares.
Sin denuncias
El denominador común que tienen los afectados por apagones es que nunca denuncian los males causados a los artefactos. Roberto León Parilli, presidente de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco) declaró telefónicamente a EL IMPULSO que al principio la gente denunciaba, pero con el tiempo perdió el hábito porque vio que el Estado no le daba repuesta.
“La Ley Orgánica de la Prestación del Servicio Eléctrico establece los pagos por daños a artefactos y alimentos, pero ese es el problema cuando el Estado se hace empresa o empresario, que las personas pierden el derecho al reclamo”.
“Al hacer una denuncia en Corpoelec se excusaban diciendo que la nevera o microondas no estaba reportada y por eso no pagaban. Tratamos de hacer un registro, que la gente llevara sus electrodomésticos nuevos para que se le registraran y dijeron que eso no lo hacían ellos. Es decir que no había plataforma para llevar la información que ellos mismo estaban pidiendo, solo la exigían para usarla como argumento para no pagar los daños, porque el Estado se protege a sí mismo.”
Agregó que no tienen una data de afectados, pero detalló que solamente en un mes de 2014 recibieron 2 mil denuncias. Explica que el artículo 117 de la Constitución Nacional establece que los servicios garantizados por el Estado deben ser de calidad, y cuestiona que si el suministro eléctrico tiene interrupciones no es de calidad.
“Al venezolano se le cobra un consumo mínimo por la disponibilidad del servicio, es decir que así no consuma un solo kilovatio durante el mes se le cobra, pero cada vez que hay un apagón pierde la disponibilidad del servicio y a pesar de eso se lo siguen cobrando en el recibo”.
“Durante los últimos años todos los venezolanos han sido afectados por los apagones, desde aquel al que se le ha quemado el artefacto más costoso hasta el que se le dañó un protector o simplemente ha dejado de gozar del suministro eléctrico en cualquier momento”.
Considera que El Niño no es la causa de la actual crisis, porque Venezuela posee un altísimo potencial energético.
“Con las termoeléctricas se debería surtir el país mientras persista la sequía, pero no se ha invertido lo necesario en este sistema de generación. Se debe poner orden en el suministro, con medidores a las miles de personas que hoy se roban la luz.
Cuando se expropió el sistema a la empresa privada argumentaban que se trataba de un servicio muy estratégico que debía estar en manos del Estado para garantizarlo a todos los ciudadanos por igual, pero eso no se cumple. Son 30 millones de afectados, porque todos hemos vivido los apagones”.