La crisis eléctrica que atraviesa Venezuela, ha obligado a las personas a cambiar sus rutinas, afectando sus puestos de trabajos, y llevándolos a experimentar con nuevas ideas para solventar su economía y su vida diaria.
Sin distinción de clases sociales, y en cualquier ámbito, laboral, personal, o social, los venezolanos sufren las consecuencias del problema energético.
Ciudadanos que trabajan independiente para rebuscarse, como Susana Peña, quien labora desde la computadora de su casa como diseñador gráfico, ha perdido días de trabajo debido a los racionamientos eléctricos de cuatro horas.
Peña explica que por no tener el servicio, debe parar su trabajo hasta que llega la luz, sin embargo el hecho de que su red de Internet lo recibe de otros sectores que se quedan sin suministro eléctrico en el bloque siguiente, debe esperar otras cuatro horas para poder continuar con sus proyectos.
Por otra parte, quienes trabajan en sus propios negocios aseguran que las ventas han disminuido considerablemente, debido a que la falta de electricidad les impide a sus clientes poder usar el punto de venta para cancelar con tarjetas de débito o crédito, por lo que deciden irse a otros lugares.
Independientemente del tipo de comercio que tengan las personas, peluquería, venta de comida, helados, entre otros, se ven afectadas ante el racionamiento constante de este servicio.
Además el constante corte del suministro eléctrico afecta los artefactos domésticos que para repararlos hay que invertir cantidades muy altas de dinero. Tampoco las autoridades se hacen responsables por los daños ocasionados a los hogares de estos ciudadanos.