Para recordar: “Acuérdate del día sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra” (Éxodo 20:8,9).
El 1° de Mayo, por diferentes circunstancias, numerosas personas tuvieron pocos incentivos para celebrar tal fecha. Paradójicamente, por razones que conocemos, Venezuela modificó momentáneamente su horario de trabajo. También, ese día, se regresó, gracias a Dios, al ciclo circadiano normal, adelantando media hora nuestros relojes.
Justo el 20 de septiembre de 1793, Napoleón Bonaparte, quiso cambiar la semana laboral bíblica, contraviniendo el texto inicial, donde se presentan los siete días del ciclo semanal: Seis días de trabajo y el sábado para descansar (hacer el bien, ir a la iglesia, adorar a Dios, alimentarse física y espiritualmente, entre otras actividades) y nunca para hacer nuestra labor cotidiana.
Bonaparte, tal vez por no estar de acuerdo con la “religión” católica que imperaba en su época, rechazaba los cambios teológicos, entre ellos: La mudanza del sábado por el domingo. Y solicitó a un matemático, llamado Gilbert Romme, la modificación del calendario laboral.
La propuesta de Romme, con proyección a diez años, ante el “tirano dictador” Bonaparte, fue convertir “las semanas en décadas de 10 días, los días pasarían a ser divididos en 10 horas, las horas en 100 minutos y los minutos en 100 segundos. Una de las medidas que menos entusiasmo despertó, sería que las décadas sólo tendrían un día de fiesta, es decir, un domingo” (http://www.cabovolo.com/2008/11/cuando-las-semanas-eran-de-10-das-y-los.html).
Según documento anterior: “La Iglesia Católica que había tenido una posición tan dominante en la Francia pre-revolucionaria, era considerada ahora anti-revolucionaria, y el calendario Gregoriano, con sus santos del día y fiestas religiosas”, se dejaron a un lado. (Ídem).
Hemos recalcado que el cuarto Mandamiento, de la Ley de Dios, nos manda a trabajar seis días, y descansar el séptimo, el sábado, y no cualquier día de la semana; la propuesta de Romme, consideró que el día numero 10, llamado “décadi”, fuese el tiempo de descanso de los trabajadores.
Tristemente, algunos países europeos modificaron la semana establecida por Dios, la cual es perfecta y la más conveniente para nuestro desarrollo. Ellos colocaron ciclos de 14 días para trabajar; entonces, los obreros comenzaron a enfermarse. Como no dio resultado, cambiaron a 4 días de trabajo y 3 de descanso; lo que lograron, fue aumentar los flojos, pobres y países quebrados.
La secuela está presente y según Valentina Pizarro (2015), hay 6 países en Europa, donde menos horas semanales se trabaja y son: Holanda (29); Dinamarca (33); Alemania (35); Suiza (35) y Suecia (36). En nuestro país, con la nueva Ley del Trabajo (2012), se labora 40 horas semanales y dos días libres.
Hoy, por las circunstancias que sean: El fenómeno del niño, o de la niña, “la iguana”, la represa, la generación eléctrica, se están bregando dos días, es decir 16 horas. Violando, con mayor intensidad el mandamiento divino. Y transgredir las Leyes de Dios es algo serio.
“En tal sentido, Elena de White, dice: “Si los hombres hubieran sido siempre obedientes a la ley de los Diez Mandamientos, practicando en su vida los principios de aquellos preceptos, la maldición de la enfermedad que ahora inunda al mundo no existiría” (Consejo sobre el Régimen Alimenticio, pág. 140).
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