La economía venezolana está en un “proceso de depresión”, que se registra cuando el Producto Interno Bruto tiene una caída durante tres años consecutivos, que es lo que ha ocurrido en los últimos tres años en Venezuela, con una caída acumulada entre 19 y 25%, aseguró Jorge Botti, ex presidente de Fedecámaras, durante su intervención en la LII Asamblea de Fedenaga.
El dirigente empresarial advirtió que si en el país no se produce un gran acuerdo nacional, con la participación de todos los actores: empresarios, trabajadores, gobierno, academias, iglesia y, gremios profesionales, no será viable rescatar el país.
Asimismo ratificó que de acuerdo con el comportamiento de los precios petroleros en los mercados internacionales, la fiesta de crecimiento de precios de los hidrocarburos llegó a su fin y no volverá; mientras que otra variable que indica que el país está en depresión, es la incapacidad de los consumidores de adquirir bienes y servicios.
Destaca que de acuerdo con las expresiones de los voceros del sector oficial, tienen la intención clara de profundizar las acciones para consolidar el proceso revolucionario.
Revela que es evidente como se ha ido destruyendo el aparato productivo nacional, en 1999 existían en el país 615.000 empresas, y en este momento apenas sobreviven unas 150.000. En materia de inversiones en la década del 70 representaban entre 20% y 22 % del PIB; mientras que en la década de los 80 se redujo a 9%; en la del 90 a 6% y en el 2000 a menos de 4%.
Asegura que si se puede lograr revertir esta tendencia, e impulsar nuevamente la inversión privada a niveles del 20% del PIB, se podrían generar entre 500.000 y 600.000 empleos por año. En todo caso, reveló que el deterioro de la economía se mantendrá por lo menos hasta el 2018, los precios seguirán en alza, persistirá la inseguridad personal y jurídica, la inestabilidad en el país, sin descartar un colapso en las finanzas públicas.
Recordó asimismo, que el Gobierno venezolano ha demostrado que solo negocia, cuando existe una amenaza creíble, advirtiendo que hemos llegado en el país a una parálisis institucional, lo que obliga a la apertura real de un diálogo político, así como a poner al día algunas decisiones, asegurando que en el momento en que sintamos que hay una verdadera alternativa de poder, las cosas van a cambiar más rápidamente.