El país ha permanecido 17 años sometido a un proceso de polarización, fomentado principalmente desde el espectro político por la emisión pública de discursos violentos, confrontaciones y utilización de lenguaje soez, que hoy hace a los venezolanos enfrentar una profunda fractura del tejido social. Eso se ve reflejado diariamente en la división de los espacios familiares, religiosos, comunitarios, escolares y sobre todo políticos.
La sicóloga y coordinadora de la Maestría en Sicología Social de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Mireya Lozada, cree que inicialmente este fenómeno empezó de manera natural en el año 1998, con la llegada al poder de Hugo Chávez, pero luego fue tomado como “un instrumento de control y dominación social y política”.
“Ella (la polarización) se da como la confrontación que es natural en momentos electorales, en otros países también ha ocurrido, hay dos posiciones ideológicas, pero se resuelve electoralmente”.
“Pero en el caso venezolano esta diferencia de posiciones ideológicas empezó siendo electoral y luego se utilizó con fines políticos. Es entonces cuando se empieza a ver que hay un discurso público, sobre todo de los actores políticos de Gobierno en ese momento, que comienza a descalificar a otros grupos políticos que no necesariamente comparten la propuesta gubernamental”.
En esos primeros momentos de conflictos, señala, cayeron en el juego los partidos de oposición, así como los medios públicos y privados, que luego fueron contribuyeron a agudizar la situación. “Se activaron resentimientos y molestias que se tenían pendientes sin resolver que existía previamente a la llegada de Chávez”, dijo.
Es por ello, que poco a poco toda la población fue quedando entrampada y empezó a reproducir el discurso descalificador y la negación de la pluralidad que, a resumidas cuentas, es parte fundamental de la convivencia democrática.
“La polarización es un instrumento muy útil para ganar adeptos; por eso se empezó a utilizar con intencionalidad, de ahí el famoso refrán que dice: divide y vencerás”.
Todo este contexto de confrontación y conflictividad, considera Lozada, ha influido en la conducta y el pensamiento del ciudadano, generando división y odio hasta llegar a separar familias y grupos sociales.
“Ha dejado ese malestar a nivel afectivo entre familiares, compañeros de trabajo, amigos y la sociedad en general. También ha socavado principios democráticos como la pluralidad y la inferencia”.
Defender mis principios sin irrespetar al otro
Asimismo, Lozada considera que no es necesario ser radical para defender los principios en los que se cree y reclamar los derechos que como ciudadano corresponden.
“Se cae en polarización cuando tu posicionamiento lo haces en detrimento del de otra persona. Si defender tus principios significa que el otro debe renunciar a los suyos, entonces no se habla democracia ni pluralidad”.
Para ello es necesario reconocer que hay otras posiciones y defender las tuyas desde un norte ético que tiene que ver con principios de igualdades y la defensa de los derechos políticos sociales, económicos, los cuales son los mismos que le corresponden a tu similar.
Tomará unos años reconstruir el tejido social
Ante este panorama y en el marco de su decimotercer aniversario, desde la fundación Emprendedores Solidarios, en alianza con el Centro Gumilla de Barquisimeto y grupos religiosos de distintas corrientes, vienen trabajando en una serie de foros y actividades comunitarias en pro de la reconstrucción de la sociedad venezolana. En estos trabajos, la doctora Lozada es importante colaboradora.
Los visitantes vinieron en compañía del profesor Wilfredo Páez, presidente de la Fundación Emprendedores Solidarios.
Si bien es cierto que los procesos para la salida política democrática tienen unos lapsos establecidos en la ley, cuando se habla de reparación social toma años, son mucho más prolongados, asevera la especialista en la materia.
Sin embargo, hay experiencias históricas internacionales que han podido solucionarse, como el caso de Sudáfrica, por ejemplo. “No es primera vez en el mundo que se presenta un conflicto de esta magnitud, con guerra, con confrontaciones que han logrado pacificarse”.
No obstante, “es un tema educativo que puede tomarnos generaciones. Hay que educar para la dignidad y para recuperar ese norte ético que hemos perdido. Se perdieron los valores y aquellas figuras representativas de respeto que se tenían, se desdibujaron. Hay que rescatar el valor del trabajo, del respeto y muchos más”.
Generar espacios de diálogo
Para lograr la reconciliación por la que muchos vociferan pero no accionan, debe realizarse una incesante labor. Esta debe empezar desde la iniciativa ciudadana y así, ir fortaleciendo el tejido social que está desmembrado.
Estima que deben preponderar las cosas que unen a los venezolanos, historias comunes, símbolos, tradiciones, el encuentro con el otro, para así aislar a los sectores radicales.
“Es necesario que se tiendan puentes, se generen espacios de diálogo, a pesar de la satanización que va a verse, porque se viene de un proceso de polarización. Tienen que darse los espacios de debate plural, de organización y participación social, construir redes de apoyo, porque debemos acompañarnos, juntarnos todos los venezolanos por Venezuela para poder convivir juntos en democracia”.
Con el anhelo de resolver la crisis política actual, espera que exista un proceso de diálogo y negociación, tal y como se ha dado en todas las experiencias mundiales similares. Este debería darse de manera preventiva, pero “los líderes no están a la altura de la situación”.
Los líderes deberían dar el ejemplo
A raíz de la instrumentalización de la política con fines electorales y personales, dentro de este clima de corrupción, impunidad, de crisis ética y moral, se ha criticado el quehacer de muchos líderes políticos de lado y lado.
“Algunos líderes políticos intentan sacar al otro del juego o mantenerse en el poder cuando deberían dar el ejemplo y permitir que las disidencias dentro de cada partido se expresen, porque es nuestra naturalidad. Siempre reconociendo al otro como adversario político y no como enemigo, con el objetivo de discutir y buscar soluciones a los problemas”.
Cuenta, al mismo tiempo, que la población venezolana está dando señales de ser mucho más madura y democrática de lo que demuestran ser sus propios líderes. “Se ha podido resistir durante tantos años de confrontación. El pueblo está enseñando que está dispuesto a defender la democracia”.
La iglesia católica y la polarización
Por otro lado, la iglesia católica en los últimos años se no ha podido escapar de la polarización. Se ha visto como representantes del catolicismo emiten juicios con los que se parcializan de manera marcada a un bando y contradicen a sus homólogos.
Ante este escenario, la presidenta de la Fraternidad Laical Dominicana Santo Domingo de Guzmán, Liliana Rodríguez, señaló que buscan aprovechar que la Iglesia sigue siendo una de las instituciones más respetadas para hacer llegar el mensaje de rescate de los valores, de unión y hermandad a los lugares más necesitados.