La semana finalizada el sábado 30 de abril fue una semana auspiciosa, de alegría y esperanza para Venezuela. Después que el CNE se había negado a entregar las planillas solicitadas por los sectores opositores al gobierno a fin de abrir un proceso revocatorio al Presidente de la república y cuando ya se habían convocado protestas ante las diferentes oficinas del CNE, el organismo comicial decidió entregar el martes 26, las aludidas y esquivas planillas. El mismo miércoles 27 de abril, comenzó el proceso de recolección de firmas, sin tiempo para la promoción y sin mayor organización que la sola voluntad decidida de la población. Había que recolectar un número de firmas que constituyeran el uno por ciento de la población electoral, es decir, aproximadamente 190.000 firmas. A la hora de escribir estas líneas se ha anunciado que ya se consignaron ante el CNE la cantidad de 2.300.000 firmas. Es claro el deseo de cambio de la gran mayoría de venezolanos.
En medio de esa algarabía de la recolección de firmas, la Comisión de ética y valores de la UCLA, coordinada por la Dra. Auris Flores de Finizola, se llevó a cabo el jueves 28, y convocado hacía mucho tiempo atrás, un Encuentro Motivacional. Todo un éxito ese acto.Celebro la extraordinaria idea. Me correspondió el honor de participar como expositor, junto con el Dr. Bartolomé Finizola, eminente médico, fundador de Ascardio;el padre Jesús Genaro Pérez (Chulalo); el pastor Lcdo. Billy Quintanilla y el invitado especial, Dr. Jonathan Acosta.
Me parecía difícil llevar la esperanza, motivos para el optimismo, a una población que no parece conocer el camino de la paz y a la que solo le llegan noticias desagradables. Resulta superfluo decir que Venezuela está atravesando un momento delicado de su historia, diría trágico. Pareciera como si todas las crisis y las amenazas hubieran cruzado sus caminos hoy en Venezuela. Las dificultades de este tiempo, no solo para la generación como la mía, que una vez fue joven,que ya pasa de los 60 y se resiste a dejar de ser joven, sino para las generaciones realmente jóvenes que desean tener un futuro en esta tierra que es suya porque los ha visto nacer y desarrollarse, es un reto. Actos como el de la UCLA, no solo levantan el ánimo y la esperanza, sino que regalan motivos muy grandes para ver con optimismo el futuro de Venezuela. Los jóvenes están conscientes del reto planteado y de la obligación imperativa de formarse y estudiar. Sólo piden respeto a sus libertades y al derecho a disentir.
Se quiere desde las alturas del poder, crear una universidad sumisa y de pensamiento único, cerrada y con una sola manera de ver la vida y las ciencias. Y la UCLA, al igual que todas las universidades autónomas del país, se niega a someterse a los designios perversos del régimen. Ánimo Venezuela, sí hay futuro.
