El aquelarre es la reunión de brujas y brujos para la realización de rituales y hechizos, así como también para la invocación y adoración de Lucifer; de igual manera este término se utiliza para referirse a las sectas que llevan a cabo estos encuentros diabólicos. Por supuesto que nada bueno resulta de estas prácticas diabólicas ya que el objetivo es obvio para el lector de estas líneas: aplicar la maldad a personas o grupos de personas a través de las artes satánicas para satisfacer las apetencias del maligno.
La celebración del aquelarre la ubican entre las postrimerías de la Edad Media y finales del siglo XVIII, aunque no existen evidencias de que estas juntas realmente se hayan realizado; a pesar de ello, y como por arte de magia o de encantamiento, este tipo de sesión ha incidido significativamente en el desempeño de un segmento muy singular del mundo partidista venezolano, el Gran Polo Patriótico (GPP), ya que las etapas instituidas en la ejecución del aquelarre, a saber: 1) la convocatoria; 2) el homenaje a Satanás; 3) la misa negra; y 4) el banquete, guardan mucha similitud, como ya lo veremos, con la secuencia de hechos desarrollados en las plenarias de esta oficialista plataforma político-electoral.
Comenzando, pues, con la analogía entre ambos eventos, nos encontramos con que en relación a “la convocatoria” para el aquelarre la asistencia era obligatoria para todos los brujos y brujas so pena de recibir una reprimenda física descomunal; de manera similar, en el GPP la inasistencia a sus cónclaves es inexcusable, ya que la no comparecencia es tildada de “contrarrevolucionaria”, castigo sin igual para el militante comprometido con este “proceso”.
En cuanto al “homenaje a Satanás”, los nigrománticos en su ritual de adoración al diablo se reclinaban ante él besándole sus partes pudendas; en los plenos del GPP, los integrantes de esa instancia política, apenas hace acto de presencia el protector de esta “revolución”, se desviven hacia él en loas para expresar su admiración como gran timonel de este “socialismo del siglo XXI”; momento seguido, todos los presentes manifiestan la reverencia de rigor ante el retrato del “comandante eterno”, pidiéndole su protección desde el más allá para cumplir con el compromiso de sostener a toda costa su legado político-social. Como se puede apreciar, existen semejanzas entre ambos sucesos.
Con respecto a la “misa negra”, se puntualiza que en esta liturgia del aquelarre el demonio a través de su sermón exhorta a las brujas y brujos a hacer el mal, prometiéndoles a cambio el paraíso, recibiendo a continuación la sumisión y adoración de todos sus “fieles”; igualmente, en el GPP, ya manifestadas las atenciones al “prócer eterno” y al “administrador de su epopeya”, de inmediato los “devotos” militantes se instalan en sus asientos, por lo mínimo, durante cinco horas, para escuchar embelesados la prédica divina y orientadora del máximo líder en cuanto a la praxis“revolucionaria”, ofreciéndole éste a la concurrencia el nacimiento del “hombre nuevo” y el paraíso terrenal para nuestra querida Venezuela, concentrando al final de su intervención, la aclamación de todos los presentes. Más afinidad, imposible.
Para concluir, en la última etapa del aquelarre, el “banquete”, los satánicos degustaban a placer los cadáveres servidos, episodio que guarda mucho parecido con el festín de nuestras riquezas y potencialidades de parte de la cúpula que nos gobierna y en el cual los integrantes del GPP son corresponsables por contemplar impávidos la destrucción de nuestro país, tragedia de muerte engendrada en estos últimos 17 años.