La madrugada del 27 de abril, Maracaibo fue escenario de una protesta ciudadana, impulsada por la necesidad y escasez que ha consumido a Venezuela. Los motivos sobran.
Públicamente se percibe en las calles un rechazo a las políticas aplicadas para el ahorro energético, la falta de agua, suministro de gas, entre otras que, a su vez, han convertido este país en un caos social.
Se acentúan los saqueos, protestas, presos, violencia. No fue suficiente la aprobación y la entrega del formulario de las planillas para el Referendo Revocatorio, las personas quieren comida, viviendas dignas, seguridad y una inmensa lista de cosas que se han perdido durante el Gobierno que ha presidido durante 17 años.
Desde las 8:00 a.m, incluso desde antes, el pueblo salió a firmar a favor del Referendo Revocatorio apostando allí su última esperanza en función del país. Los sitios donde se recogían las firmas estaban abarrotados de personas con sonrisas y aires de alegría. “Esta cola sí vale la pena”, indicó un firmante.
No obstante, se militarizó Maracaibo la tarde de ese mismo día. Franklin García Duque, comandante de la Región Estratégica de Desarrollo Integral (REDI)-Zulia, informó la salida entre 1.500 y 1.800 efectivos militares en esa zona, luego de que el gobernador de Zulia, Francisco Arias Cárdenas, anunciara que fueron saqueados 73 comercios.
¿Acaso es necesario un desahucio de Gobierno para seguir adelante? Los hechos hablan por sí solos, 17 años criticando el sector privado, mientras que este es el único que trabaja los cinco días de la semana y es quien mayormente provee alimentos a Venezuela. Esto en relación a las declaraciones del vicepresidente de la república, Aristóbulo Istúriz, cuando decretó, además de los viernes no laborables, miércoles y jueves.
El contexto que abraza nuestro país es sombrío.
La necesidad, el hambre, la pobreza, ahogó al pueblo entero. En estos momentos está comenzando a salir un grito unilateral de aquellas personas cuya integridad física se ve expuesta a diario, en las calles haciendo inmensas colas para “intentar” conseguir algo en los negocios.
“Queremos comida, No se consigue nada, mataron a mi hijo por un celular, se me fue la luz, se me daño la nevera, no desayune para ahorrar dinero y poder almorzar”, son penurias que a diario las personas pronuncian.
¿Qué necesita el país para volcar esta situación a su favor?, estar unidos, indican los políticos, bien sea del oficialismo o de la oposición, pero, ¿realmente estamos juntos?, estos días han sido cruciales para el siguiente paso que dará Venezuela, no importa quién, ni como, pero los venezolanos no quieren más declaraciones, quieren hechos, quieren alimentos y muchas otras cosas básicas para el día a día de las personas.
La fe en este país debe estar allí, escondida, arañando la puerta, con ganas de salir y levantar el rostro de las personas que, a pesar de la crisis que los arremete a diario, siguen adelante con la frente muy en alto dispuestos a luchar por una Venezuela mejor. ¿Qué pasará con Venezuela? Solo Dios y las firmas del Revocatorio lo saben.
