La astronomía es una de las ciencias humanas más alejadas de nuestra cotidianidad, algo distante y desconectado de nuestra vida en sociedad. Frente a esta afirmación el buen amigo Humberto Campins Camejo, doctor en astronomía y miembro de un exclusivo grupo de consultores de la NASA, me respondió poniendo su reloj en mis manos. ”Aquí tienes tu conexión con el cosmos. Cada vez que ves la hora te estás conectando con la dinámica y la sincronía de nuestro planeta dentro de los espacios astrales. Porque la hora no es otra cosa que un cálculo matemático relacionado con los movimientos de la Tierra dentro de los cuadrantes siderales”. Confieso que estas palabras, encomilladas por mi aunque no textuales, me hicieron reflexionar profundamente sobre el manejo del tiempo que nosotros hacemos y los infinitos engranajes cósmicos que lo convierten en una variable metafísica que nos introduce dentro de las dudas kantianas sobre nuestra finalidad humana dentro del Universo.
En Venezuela por segunda oportunidad están cambiando el huso horario por razones meramente accidentales, para ahorrar energía eléctrica. Los técnicos y científicos darán abundantes explicaciones al respecto pero en lo que a nosotros los ciudadanos de a pie respecta es que nuestras madrugadas y atardeceres serán distintas, o iguales a los que teníamos antes de noviembre de 2007 cuando Hugo Chávez la modificó. Pero el que de ahora en adelante los crepúsculos larenses y el sol de los venados tengan media hora de adelanto no impedirá que la angustia de las amas de casa sea la misma cuando tengan que madrugar para hacer colas por un kilo de harina y otro de espaguetis, que los padres sientan el corazón atenazado por la ansiedad cuando sus hijos se encuentren en la calle bajo la luna de los delincuentes y las bombillas apagadas del gobierno.
Nada cambiara en la sicología del venezolano con el adelanto de media hora es nuestros relojes, igual que el sincronismo astral se mantendrá imperturbable de la misma manera nosotros los venezolanos continuaremos con la incertidumbre, la espera y el sobresalto en cada instante del día. Cuando la mengua material impone condiciones de indigencia y apremios humillantes a nuestra existencia lo único que podemos anteponer es una fuerza espiritual multiplicada por la esperanzas y eso estamos haciendo, hemos construido cuarteles de fe y optimismo en los territorios ignotos del alma individual y colectiva que tenemos y sabemos que ninguna trampa satánica impedirá que en nuestros país se produzcan los cambios urgentes que nos sanaran como pueblo y comunidad de creyentes.
La hora nueva que tenemos es la misma hora para el rezo y las suplicas a Dios para salir de la pesadilla infernal que vivimos. El tiempo medido en minutos, horas, días y años es un cálculo matemático que organiza el trabajo y estructura en esquemas los eventos históricos, pero el tiempo espiritual es solamente un puente que debemos caminar sintiendo que el trayecto es para hacernos compañía y no para disputar como enemigos sobre bienes o asuntos que no tendrán ninguna importancia al final del puente hacia la inmortalidad.
Un grupo de agentes de la oscuridad nos tienen prisioneros en una geografía donde no hay alimentos, ni medicinas, ni electricidad, ni agua, ni justicia, ni caridad por parte del oficialismo, pero el fuego de nuestra fe está ya fundiendo los barrotes de estas cárcel infame y por ello no importa que cambien el huso horario, nosotros cada hora la hemos convertido en una hora de lucha y oración. Fuerza Venezuela, con Dios triunfaremos.
