La Carta Democrática Interamericana del 11 de septiembre de 2001 recoge los principios de lo que se debe ser la democracia en el continente.
Se distingue con mucha claridad lo que es la legitimidad de origen; es decir, haber gozado del favor del electorado y también los requisitos del desempeño, sostiene el Dr. Rafael Simón Jiménez, exparlamentario, historiador, profesor universitario y analista político.
Lamentablemente, en Latino-américa, muchos presidentes que llegaron por los votos, se transformaron en gobiernos autoritarios, totalitarios, verbigracia el caso de Alberto Fujimori, en el Perú, o el de Hugo Chávez, en Venezuela.
Dentro de esos requisitos de la Carta Democrática está la calidad democrática, que se expresa a través de la separación de poderes, el respeto por los Derechos Huma-nos, un poder electoral transparente, imparcial, que garantice iguales oportunidades, etc.
Es evidente que en Venezuela desde hace mucho tiempo no se cumplen con esos requisitos.
Hay dos temas que son importantes: en primer lugar, la votación que requiere la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, ya que debe ser con una mayoría de las dos terceras partes de los 34 miembros de la OEA, cosa harto difícil, a menos que se produzcan situaciones como las que ocurrieron en Honduras, donde se dio un golpe de Estado abierto, donde no existe dudas del quiebre de las instituciones democráticas.
Y en segundo lugar, la repercu-sión de las consecuencias de las sanciones. Éstas tienen una cierta gradualidad. En la aplicación de la Carta implica que el país tiene una pérdida acelerada de la democracia. Los golpes de Estado significan pérdida total de democracia.
Eso conlleva a una serie de descalificaciones. El estigma moral que pueden traer como consecuencias en el aspecto comercial, económico, financiero. Esto quiere decir que no es cualquier cosa.
Y no lo es porque para votar se requiere una mayoría y, además, tenemos las consecuencias que trae la aplicación.
Aunque no podemos hacernos ilusiones con algún tipo de solución desde afuera, porque no va a venir a producir el cambio que la mayoría de la población desea, también es verdad que el continente americano se ha venido sensibilizando por la situación que vive Venezuela, sobre todo por la tragedia desde el punto de vista de las consecuencias sociales, económicas y el sufrimiento a que está sometida la población.
Durante mucho tiempo, gracias a la diplomacia petrolera que desarrolló Chávez y a la asistencia y regalos, así como la manera manirrota hizo obsequios y pagó deudas, además de hacer obras en otros países, la mayoría de Latinoamérica miraba para otro lado.
El autoritarismo de Chávez era visto por el rabito del ojo, pero nadie se atrevía a comprometerse.
Ahora, se acumula no solo una crisis política que venía desde hacía mucho tiempo con un clima de confrontación entre los poderes controlados por el chavismo y la Asamblea Nacional, mayoritariamente democrática, sino también que en el momento existe una grave situación económica y social, de la cual es responsable el Presidente de la República.
Hay algo que para ellos resulta inexplicable: cómo un país que todavía se ufana de tener las mayores reservas petroleras del mundo y que, además obtuvo ingresos por más de un billón de dólares durante siete u ocho años de bonanza petrolera, puede estar dando lástima al no tener los requerimientos elementales de subsistencia en materia alimentaria, salud, repuestos, servicios públicos; es decir, hay una cierta visión hasta piadosa del continente por la situación que vive Venezuela y, por supuesto, esa situación es incompatible con la democracia.
Es por ello que la aplicación de la Carta Democrática tiene aplicación en nuestro país. Pero, ya hablamos del asunto de la votación, que fundamental para que se lleve a cabo el procedimiento, dijo el Dr. Jiménez.