El acentuado racionamiento de energía que a diario experimenta el norte de la ciudad deteriora aún más la calidad de vida de los barquisimetanos.
A la escasez de medicinas, alimentos, inseguridad y colapso de servicios se suma el apagón de casi tres horas por la mañana y más de cuatro horas por la tarde noche.
Esta innegable realidad dejó sin nevera y sin insulina a la señora Hilda Mendoza de 70 años de edad, quien vive en San Lorenzo viejo, parte alta.
Los bajones de energía y los constantes apagones terminaron por dañar el refrigerador de Mendoza, quien padece diabetes desde hace un año.
Al entrevistarla en su humilde vivienda contó que nunca pudo comprar un protector de voltaje. Tampoco tiene recursos para mandar a reparar el equipo.
Lo cierto es que así como muchas personas pierden sus aparatos debido al repentino e improvisado racionamiento eléctrico – sin que nadie se responsabilice por ello – la señora Hilda se lamenta por haber perdido su única nevera.
“Allí mantenía las insulinas que a diario me tengo que inyectar. Ese medicamento debe permanecer refrigerado”.
Los hijos de la señora Hilda son los encargados de ubicar la insulina, la cual consiguen luego de recorrer varias farmacias. Sin embargo, la abuela explica que hace muchos sacrificios para comprar el algodón, alcohol e inyectadoras porque todo está muy costoso.
-¿Cómo va a hacer ahora con la insulina?
-Le estoy pidiendo a un vecino que me las guarde en su nevera pero entonces debo caminar hasta allá y estoy muy enferma de las piernas. Lo ideal es que uno tenga sus medicinas en su casa, pero como no hay luz…
-¿Hay muchos apagones en la zona?
-Eso es cada rato y nadie avisa, nunca se sabe cuándo se va a ir la luz. En la mañana, al mediodía, en la tarde, en la noche, todos los días.
-¿Esto ocurre desde cuándo?
-Los apagones tienen tiempo, lo que pasa es que ahora es peor. Por aquí la gente es pobre y no tiene para comprar otra nevera.
-¿Qué pasa si no se inyecta la insulina?
-Me pongo mal, además soy hipertensa. Tomo Cozaar pero eso desapareció. De vez en cuando me consiguen una cajita pero la mayoría del tiempo paso semanas sin tomarme la pastilla.
-¿Cómo se siente con esta situación?
-Me inyecto 12 cc de insulina diariamente, pero ahora no tengo cómo refrigerarla. Me siento muy mal, hasta unas papas se me dañaron que es lo único que puedo comprar y comer.
Perdió sus alimentos
La señora Felicia Montes también perdió su nevera, producto de un apagón que ocurrió hace tres meses.
“Ahora no tengo donde preservar la comida. Bueno, últimamente sólo guardaba agua porque comida no se consigue y la que se encuentra está muy cara”.
Contó que el apagón ocurrió y al volver la energía se quemó la nevera. Como no se percató al momento de la situación la poca comida que tenía se le dañó.
Montes también reside en San Lorenzo Viejo, parte alta. Donde los apagones no tienen programación y casi todos los postes de luz están corroídos, no se han caído porque los sostienen las guayas.
