FOTOS Enfermero hurtó medicinas para su hijo y su suegro

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Argenis Reyes, de 69 años de edad, está postrado en su cama, no puede caminar, siente mucho dolor en la columna y es que un cáncer de próstata lo mantiene así.

Él vive junto a su esposa Ángela de Reyes y sus dos hijos menores, en el barrio 5 de Julio, ubicado en la parroquia Juan de Villegas al oeste de la ciudad. En la casa de a lado reside su hija mayor y única hembra, se trata de Yusmeli de Pérez, quien reside con sus tres hijos de 9, 14 y el mayor de 16 años quien desde hace dos años le fue diagnosticada Diabetes tipo 1 y desde allí es un paciente insulino dependiente.

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Un licenciado en enfermería de 37 años es el esposo de Yusmeli, trabajador del seguro social Pastor Oropeza y del Hospital Militar y quien se ha convertido en la cabeza de hogar de las dos casas. Es quien lleva a consulta a su suegro, alegando en el propio seguro que es su padre para que sea atendido y batallando con toda la enfermedad de su hijo. Ahora el enfermero se encuentra privado de libertad, luego de ser acusado de hurtar medicamentos de la farmacia del seguro social y es que según su esposa la necesidad y desesperación lo llevó a ello.

Descubierto al salir

El pasado 19 de abril en horas de la tarde, el enfermero salía hacia su vehículo y el jefe del departamento de seguridad observó que en el bolsillo llevaba unas jeringas y le preguntó. El hombre le explicó, pero aún así el hombre llamó a funcionarios del Cicpc subdelegación San Juan.

Cuando hicieron la revisión del vehículo además encontraron unas ampollas y pastillas que son calmantes y algunas soluciones.

El enfermero fue detenido por el hurto.

Autoridades del centro asistencial indicaron que la medicina la utilizaba para revenderla, pero ante la juez y con la presencia de los informes más el testimonio del detenido, demostró que era una persona que había actuado por necesidad.

Todo un calvario

El 31 de octubre del 2014, el hijo del enfermero y Yusmeli cumplió 14 años de edad y el 4 de noviembre presentó un cuadro febril que lo llevó al Hospital, le indicaron que era dengue hemorrágico, pero el adolescente quedó inconsciente y los exámenes develaron que se trataba de un coma diabético. Desde ese momento la vida de los padres cambio.

Ambos son enfermeros y tomaron la decisión de mudarse de Caracas a Barquisimeto, lugar donde residen los padres de Yusmeli y donde ya tenían una casa construida. “Fue todo un proceso pedir el cambio de mi esposo, pero se logró. Yo renuncié para dedicarme a mi hijo porque su enfermedad es de cuidado y producto del cuadro que presentó su vida se debatía entre la vida y la muerte”, comenta la dama al mismo tiempo que se le van aguando los ojos.

Las dietas y gastos que tenían iban incrementándose y el enfermero llegó a presentar estrés laboral porque en el seguro social lo acosaban para que dejara uno de los trabajos, pero nadie entendía que debía responder por dos familias. Así continuó sus labores.

Con la situación del país la familia se las ha visto bastante apretado para conseguir sus medicamentos. La madre del adolescente ha tardado hasta 20 días simplemente para conseguir unas vitaminas recorriendo todas las farmacias.

Son cinco dosis diarias de insulina que recibe el joven de 16 años, un tipo en la noche y otras en el día, sus dosis aumentan depende de la comida y el muchacho muy consiente de su enfermedad sabe lo que debe y no ingerir, además de las horas. Comenta con una voz muy firme que le queda poco de su tratamiento y que tan solo dejarse de poner una dosis hace que le de dolor de cabeza y que su vista se nuble.

“Yo no tengo una vida normal. No puedo ir a un restaurante a comer y sentarme a echar cuentos. No puedo. Luego de cada comida yo me tengo que inyectar”, comenta el adolescente.

El jovencito a pesar de su corta edad se ha documentado en cuanto a su enfermedad y está muy optimista, es un alumno de excelentes notas, ya está culminando su bachillerato y habla ingles a la perfección.

El señor Reyes acostadito en su cama comenta que el miércoles tenía una cita y la perdió por el problema, comenta que su yerno es quien lo ayudaba en todo y ahora le quitaron el carrito con el que se movilizaba para sus traslados y para salir a buscar los remedios.

La señora Ángela de Reyes, dice estar aferrada a Dios, espera que su yerno salga de todo esto, porque no es ningún delincuente. Yusmeli con los ojos llenos de lágrimas comenta que su esposo está destruido, espera salir adelante, al mismo tiempo que comenta que ellos como familia lo apoyarán en todo.

La culpa es del Estado

“El sabe como enfermero que la vida depende de la medicina, ante el temor de la muerte agarra medicamento. No se justifica, pero es una conducta que tiene una explicación humana y es el Estado el culpable, que no da acceso a las medicinas, ni a los beneficios”, comenta Hisvet Fernández, psicóloga social

La especialista indica que casos como el de él hay muchos. La realidad y las necesidades de cada quien son las que marcan la vida de una persona, en ese tipo de situaciones no va a ver normas, ni valores que atajen a la persona, comenta la psicóloga.

A la misma vez Fernández aclara que un delincuente es aquel que rompe las normas sin nada que lo justifique, “pero cuando una persona tiene un hijo con una situación precaria, por la mente pasan miles de cosas”.

Asegura que con la situación del país, cada vez va hacer más común este tipo de situaciones, además que cuando una persona sabe que el que tiene el poder, tiene acceso a todo, causa resentimiento en la población, destaca la dama.

Así mismo acepta que también existen muchas personas que trafican con las medicinas, que hacen grandes desvíos y esas son las que deben ser investigadas.

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