Los casos se van extendiendo por toda la geografía política del planeta. No es que no se conociesen con anterioridad ni perteneciesen a una época en la cual eran escaso. Simplemente, en esta “era de la información”, salen a la luz pública con mucha profusión, a velocidad y escala impresionante. También, por mucho tiempo se relacionó con el manejo de los fondos públicos. La esfera gubernamental, se demostró con mucho esfuerzo investigativo y soporte documental probatorio, en sus orígenes fue blanco de tales prácticas perversas. Pero, el sector privado, amparado en las relaciones de poder, siempre lograba burlar o hacer más difícil las pesquisas que pusieran en evidencia a los representantes del capital.
Sin ir muy lejos en el tiempo, abstracción hecha de siglos anteriores, en la década de los setenta del anterior, no por casualidad cuando la red web ya estaba configurada, el fenómeno de la corrupción revela rasgos asociados a la política, en el ámbito mundial. Se descubre que es omniabarcante. Germina y florece tanto en la dictadura como en la democracia. En el primer, segundo y tercer mundo por igual. Capitalismo o socialismo, países no alineados le son indiferentes. El escándalo de la transnacional de aviación Lockheed y las implicaciones de la Casa Real Holandesa, mostró las fisuras del sistema político internacional.
En 1974, conocimos del célebre caso Watergate, cuyas implicaciones de corrupción política revelaron la estrecha vinculación con los problemas que se derivaron del financiamiento de la campaña electoral; pero, además, la complicidad de organismos gubernamentales como la Securities and Exchange Commission(SEC) y el InternalRevenueService, (IRS), (encargados,uno de la fiscalización de las operaciones de bolsa y, el otro de la administración tributaria), en el suministro de información para intimidar y ejercer medidas de represalias contra los sectores opuestos al gobierno del presidente Nixon. Esa larga lista, de corrupción política incluyó luego a Fernando Collor de Melo, y al arquitecto financiero de su campaña electoral, Paulo César Farías, a manera de recordatorio.
Hoy, gracias a la información que circula en las redes, el mapa de la corrupción muestra que el mal se ha generalizado como una pandemia que no tiene cura. Resistente a todo tipo de medicamentos, como esos virus que mutan, según los especialistas en genética y salud. Basta leer las cifras que muestran organizaciones como Transparencia Internacional, TI, u otras instituciones similares para constatar que cada vez el mayor el número de países que pasa a engrosar el selecto club de los más corruptos. El Informe de la Comisión Anticorrupción para Europa, a cargo de Cecilia Malstrom, también dejó mal parados a los 27 países miembros de la Unión Europea.
La situación que vive Brasil es patética. Políticos electos cuya reputación está en entredicho, acusados de corrupción, promueven la defenestración de la Presidenta.“Más de cien diputados tienen un juicio pendiente.