Una verdad corrompida

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Enseñábamos que Antonio Leocadio Guzmán era el político más descarado que habíamos tenido en la historia de Venezuela. Nicolás Maduro Moros lo supera con creces. Mayor cinismo no pudo exhibirse en la instalación de la llamada “Comisión de la Verdad”.

Pero si lo de Maduro fue desfachatez, lo del colombiano Ernesto Samper, presidente de Unasur es una alcahuetería que no tiene nombre. No le ha bastado a este expresidente el desprestigio que obtuvo en su país al decirse que su campaña electoral la pagó el narcotráfico, sino que le ha puesto precio a esa institución chavista del subcontinente que lo paga.

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En la instalación de ese mamarracho, Maduro extendió el tiempo de la verdad buscada. Ya no es lo ocurrido en el 2014 con los 43 muertos asesinados por el régimen, sino que llevó la investigación hasta el Caracazo, pero teniendo cuidado de silenciar los muertos de la época de las guerrillas, de Livia Gouverneur, de los golpes militares de 1992, de los asesinos de Puente Llaguno, del crimen de Danilo Anderson y de sus autores intelectuales presentes en Miraflores en ese momento y de los chavistas desaparecidos por el propio régimen, para sólo citar algunos casos.

Maduro obvio también hablar del fracaso de las anteriores Comisiones de la Verdad que hubo en Venezuela, especialmente de la instalada después del llamo golpe de Estado del 2002. De la reunión en Miraflores con los sectores de la oposición, donde no se llegó a nada.

En cambio Maduro injurió nuevamente a los Estados Unidos, a la oposición, a los diarios libres de la América Latina, a la SIP, a El Nacional y volvió a condenar a prisión a los presos políticos que mantiene tras las rejas sin juicios imparciales.

La composición de la “Comisión de la Verdad” no pudo ser más parcializada. La Canciller, la Fiscal, el Defensor del Pueblo, diputados del gobierno, los familiares financiados de víctimas listados por el régimen. No podía faltar el ahora llamado “bufón de la corte”. Un abogado gordo engomado vendido a la dictadura. No esperó Maduro que la propia Comisión reunida escogiera el mejor mediador, sino que él mismo nombró al Vicepresidente Aristóbulo Isturiz para que la presidiera y al secretario ejecutivo. A la oposición sólo se le dieron cuatro puestos.

Para que mordieran el anzuelo se le prometió a la oposición dejar libres a los diputados presos. Canje o cambalache deleznable. Con razón el Presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup afirmaba que esa jugarreta no se le van a calar, porque no son idiotas. Y criticó a Samper por meterse en asuntos internos al legitimar la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia sobre La Ley de Amnistía.
Esa reunión da para recordar a Marco Tulio Cicerón quien decía que “la verdad se corrompe con la mentira, o con el silencio”. Y a Bacon quien afirmaba que “La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad”. Maduro es un cara dura. Debería explicar cómo es que el régimen gastó un billón de dólares y Venezuela está quebrada.

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