No habían cruzado palabras, ni siquiera se conocían, pero sus cuerpos aparecieron uno a lado de otro en la entrada de Tierra Prometida II, comunidad ubicada en el kilómetro 14 de la vía a Quíbor, al oeste de la ciudad. Fueron asesinados en una fiesta dentro de un hotel ubicado en el kilómetro 16.
Yannier Javier Echegaray González (19) y Cruz Ramón Fréitez (28), son las víctimas fatales. Sus cuerpos fueron sacados del establecimiento, a eso de las 5 de la madrugada de ayer, según algunos residentes de Tierra Prometida, quienes relatan que se detuvo un vehículo a orillas de la intercomunal Florencio Jiménez, bajaron los cadáveres y los dejaron abandonados, en plena tierra.
El primer cuerpo que se observaba era el de Fréitez, quien cargaba unas botas marrones, un blue jean y chemise azul lleno de sangre. En su pecho se le apreciaban más de tres impactos, ai iguan que en el pómulo derecho y en los brazos.
El segundo cuerpo era el de Echegaray González, que tenía más orificios en su humanidad. Cargaba puesto unos zapatos deportivos rojos, blue jean, y una chemise morada. Su rostro estaba tapado con una chaqueta gris. Cuando se lo quitaron se observó que de un disparo le vaciaron el ojo derecho. Tenía dos impactos en la región frontal; en el costado derecho también se le vio un orificio, dos del lado izquierdo y otros dos en su brazo izquierdo.
No le dieron la cara
Una escena bastante triste se observaba alrededor de los cadáveres, los cuales fueron tapados con una sábana a la espera de la llegada de efectivos del Eje de Homicidios del Cicpc. Familiares de Echagaray González estaban sentados a su lado; no podían contener las lágrimas, sobaban su mano, incluso una joven la pasaba por su rostro. No podía creer lo sucedido.
Cándida González, con sus brazos manchados de sangre y llena de impotencia, clamaba que el crimen fuese investigado. Pedía justicia, porque le habían arrebatado la vida al mayor de sus dos hijos.
La madre de Echegaray González cuenta que su muchacho residía en Pueblo Nuevo. A las 4 de la tarde del domingo se vistió y se despidió. Le dijo que iría a una fiesta, en un hotel llamado Marañón. El muchacho, a quien le gustaba andar “bien arreglado”, se fue en compañía de unos amigos.
A la 1 de la madrugada de ayer la señora recibió una llamada que le cambió la vida. Del otro lado de la bocina le indicaban que en el local se había formado una balacera y que su hijo estaba herido.
Ella se fue hasta el lugar. “Cuando llegué estaba un televisor prendido y lo apagaron. Afuera llegó un inquilino y se cansó de tocar la corneta y tampoco le abrieron. Mi familia se asomó, vio algunas cosas regadas, pero no sabíamos nada. En los alrededores decían que se habían escuchado al menos 30 disparos.
“Yo lo único que quería saber era de mi muchacho y nadie me dio la cara”, cuenta la señora González, quien asegura que ella se movió del lugar entre las 4:30 y las 5:00 de la madrugada y fue en ese momento cuando aprovecharon para sacar los cuerpos. Poco después dieron con las víctimas.
La madre del joven asegura no conocer a Fréitez. Incluso cada familia estaba por su lado.
Era GNB
Echegaray González fue Guardia Nacional. Duró 11 meses. Estuvo destacado en el destacamento 121, se dio la baja y estaba presentando para ingresar al Conas. Esta semana estaba haciendo esas gestiones. Tenía 15 días en la ciudad, porque estaba viviendo con su tío en Maracay, en donde laboraba en un taller.
Fréitez era natural de Guanare, estado Portuguesa. Se ganaba la vida reparando carros, motos y artefactos. Residía en el sector Villa Esperanza y según su esposa salió a las 9 de su casa. Fréitez tenía una entrada policial por resistencia a la autoridad, que data del año 2014.
Funcionarios del Cicpc acudieron hasta el hotel Marañón, en donde supuestamente se registró el doble homicidio e iniciaron las investigaciones del caso. Hasta ahora se desconoce si se presentó alguna discusión dentro del local o si se estaba cometiendo algún acto delictivo.