La vida de una persona comienza en el momento de la concepción, por eso el aborto provocado es un crimen abominable, es un asesinato cruel y cobarde de alguien que no puede huir, ni siquiera gritar para protestar la injusticia que comenten con él.
Pertenecemos a una generación asesina. Los abortistas se molestan porque se les llama asesinos, pero no se le puede dar otro nombre a quienes han condenado a muerte a millones de seres inocentes.
Por tal motivo, la Iglesia impone al penitente que comete este pecado la pena de excomunión, es decir, no puede recibir ningún sacramento, mas no todos los sacerdotes pueden quitar la excomunión. Hay gente que dice que dice que la Iglesia es cruel porque a sus fieles los cargan con el trauma de haber abortado, les añade el trauma de excomunión, pero es como quitar la policía para no preocupar a los terroristas.
Aceptar que después de la concepción ya un ser humano ha empezado a existir es una evidencia experimental. Si el embrión no es desde el primer momento un miembro de nuestra especie, no llegaría a serlo nunca. Decir que no es un hombre, es lo mismo que decían los nazis: «Un prisionero no es un hombre». La persona humana está en el embrión con todas sus potencialidades que se irán desarrollando a lo largo de la existencia.
La vida del feto no es la de la madre, sino la suya propia y tiene derecho a que se le respete como si fuera un adulto. Las mujeres abortistas dicen que ellas hacen con su cuerpo lo que quieren, pero el feto no es una verruga, es un ser humano. Por tal motivo, los médicos y enfermeros y quienes lo sepan antes de cometer el acto, son unos criminales y/o cómplices con todo el peso de la palabra. Una mujer no dice: «voy a tener un tumor» sino «voy a tener un hijo».
A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: Se dice que es la «interrupción del embarazo», como si al ahocar se le llamara interrupción de la respiración, es un homicidio. Dios ha dispuesto que los primeros días del ser humano se desarrollen dentro del seno de la madre para proteger la vida. Estas madres traicionan su misión que Dios les ha confiado, esto no lo hacen ni las fieras.
El que algunas naciones no esté penalizado por la ley no lo convierte en moral. Las normas morales son absolutas e independientes de la voluntad de los hombres. La ley de Dios, que obliga también a los no creyentes, prohíbe el aborto y ley hecha por el hombre puede hacer lícita la muerte de un inocente. Biológicamente no hay diferencia entre matar un embrión humano de 24 horas o un niño de 24 meses. Nadie puede autorizar la muerte de un inocente, sea embrión, feto, enfermo, anciano, sin cometer por ello un crimen de extrema gravedad.
Monstruosidad humana
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