La Asociación Amigos del Diabético decidieron organizarse en busca de una solución a la crisis de medicinas que se vive en el país, que pone en riesgo a cada persona que padece una enfermedad y depende de un fármaco, como es el caso de los diabéticos tipo I.
El primer paso que darán es realizar un censo para determinar cuántos diabéticos tipo I existen, por lo menos en los estados Lara, Yaracuy y Portuguesa, para conocer la cantidad de medicamentos que se requieren sólo para atender a la región, explicó Xiomara Cataldo, integrante de la asociación, quien informó que en Barinas también estarán realizando la actividad y próximamente en Valencia.
El censo se hará hoy en las instalaciones del restaurante Tiuna, donde simultáneamente se recogerán firmas para entregarla al ejecutivo nacional exigiendo que acepte la ayuda humanitaria o hagan la asignación de las divisas para el envío de medicamentos lo más rápido posible.
“Todos los insumos que se usan no se consiguen; insulina, los glucómetros, los catéter, reservorio y los censores para las bombas de insulinas se agotaron desde el mes de enero”, afirmó Cataldo. Calcula que la escasez supera el 80% afectando a niños y adultos por igual.
El catéter debe usarse tres días y al no conseguirlo muchos pacientes se han visto obligados a extenderlos hasta 7 días, para tratar de rendir los demás que tienen, con la esperanza de que se haga distribuciones en los próximos meses.
Jonathan Barra, es diabético tipo I desde los 9 años, le preocupa que ante la escasez tenga que dejarse de inyectar la insulina que se traduce en una descompensación a los pocos días hasta llegar a la muerte.
Según la información que maneja la asociación y publicado por el Ministerio para la Salud; el 6% de la población venezolana es diabética, un aproximado de un millón 800 mil pacientes y de esos 75 mil tienen la enfermedad tipo I; en Amigo con diabetes tiene una data de 74, de los cuales un 55% se la diagnosticaron antes de los 10 años y 33% es usuario de bombas de insulinas, no descartan que la cifras sean más alta en la entidad, es por ellos que le hacen un llamado a la sociedad a contarse.
Ana González, madre de un niño de 13 años con diabetes tipo I, expresó su preocupación ante la posibilidad de comenzar a usar insulinas de vieja generación que son las disponibles, pero el organismo puede que no se adapte.
Para ella es muy lamentable de que se viva en ésta crisis, con la vida de ciento de personas en riesgo por políticas públicas erradas.
Carmen Cubas, padece una situación similar, también tiene un hijo que desde los 9 años sufre de la enfermedad y debe usar la bomba de insulina que explicó; cumple funciones de un páncreas, pero artificial y de manera externa. Ante la falta de insumos se la tuvieron que desconectar el martes; lo que significa que el niño de recibir dosis mínimas de insulinas, ahora debe comenzar a usar dos tipo; la de acción prolongada y otra de acción ultra rápida.
“Yo, como madre, reclamo el derecho que tiene mi hijo a una calidad de vida. No es posible que otros países estén tan adelantadod al uso de la tecnología y nosotros tengamos que retroceder”.