Estamos a tres días del 19 de Abril. El 206º aniversario de esa trascendente fecha patria nos anima a una reflexión acerca del municipio venezolano, protagonista a través del Cabildo de Caracas en 1810, de aquel paso decisivo que conmemoramos. No es exagerado afirmar que en el municipio nació la República.
La que era historia vieja, se hizo en estos predios historia nueva. Ya en España el Cabildo no era lo que había sido cuando la empresa del Nuevo Mundo se desarrolló, pero en tierra americana aquella institución de tan señalado abolengo histórico podríamos decir que se repotenció. Fue, según Briceño Iragorry, la primera expresión de la voluntad autonómica de los conquistadores. Manuel Alfredo Rodríguez ubica en la reunión de ciudades de cabildo o partidos capitulares, celebrada aquí mismo, en Nueva Segovia de Barquisimeto en 1559, “El origen de la tradición parlamentaria de Venezuela”, nada menos. Y Andrés Eloy Blanco el gran poeta y parlamentario, pero también concejal y municipalista, considera la autonomía municipal entre los “principios tradicionales y salvadores de la nacionalidad venezolana”.
Que el 19 de abril tuviera lugar en el ayuntamiento caraqueño era tan lógico, que poco después la Revolución de Mayo de Argentina tendría su epicentro en el Cabildo de Buenos Aires y el 20 de julio el de Bogotá sancionaría el Acta de Santa Fe.
Como ha sido accidentada nuestra historia republicana, así ha sido la de nuestra municipalidad. Altos y bajos, avances y retrocesos, lo mismo que nuestra democracia y casi a su ritmo, aunque en ocasiones, la democracia no ha sido con el municipio tan consecuente como debería ser.
El Programa de Febrero del reformismo presidido por López Contreras, acepta la deuda de la República con el desarrollo de su poder municipal y revaloriza el gobierno local. Bastante tardó el Congreso en dictar la Ley Orgánica de Régimen Municipal consistente con la Constitución democrática y progresista de 1961. La Constituyente de 1999, consagró al venezolano como un Estado Federal y Descentralizado.
Constitucionalizó la descentralización política y las transferencias que se habían dispuesto por vía legal y fortaleció en la norma la autonomía municipal, cuya ley no demoró en dictarse. Son méritos que, con todo, le han de ser reconocidos. Pero el fortalecimiento normativo no ha tenido una relación directamente proporcional con la consolidación política y administrativa. Ha faltado a nivel nacional decisión que se atreva a desarrollar ese municipio que la Constitución promete. Y los venezolanos necesitamos que así sea.
La Venezuela del futuro, esa que aspiramos libre y democrática, justa y productiva, una sociedad de progreso sin exclusiones, sin divisiones y sin discriminaciones, como necesita de un Estado nacional eficiente, amerita de regiones fortalecidas y de entidades locales capaces de motorizar las grandes transformaciones que nos metan de verdad en el siglo XXI.
Por su cercanía a la gente, sus problemas y sus aspiraciones, y por su arraigo histórico, el municipio tiene un papel medular en la democracia moderna y solidaria que queremos. La proximidad del 19 de Abril es buen motivo para tenerlo presente.