La Ley de Amnistía aprobada por la Asamblea Nacional, representa el fin de una era basada en el conflicto político, como la expresión de un nuevo modelo de acción política que hoy ya toca sus últimas bocanadas de vida.
La imposición de este modelo minoritario calqueado del modelo castrista-cubano ya fue demolido el pasado 6D con la aplastante derrota del chavismo-madurismo-cabellismo, quienes, heridos de muerte, buscan desesperadamente tratar de cerrar todas las vías al diálogo y por consiguiente a la concertación y a la inexorable reconciliación nacional.
La Ley de Amnistía representa la paz y la reconciliación de toda la república y desmantela todo el tinglado argumentativo del socialismo del siglo XXI y el pase al olvido en los corazones de su principal interlocutor: Hugo Chávez.
La suerte del actual gobierno fue echada ya; si no hay amnistía debe haber indulto y de negarse a cualquiera de las opciones y continúa su torpe resistencia, entonces habrá renuncia, por cierto que ya fue acordada en el cónclave de la Habana: USA-Vaticano-Cuba.
Es solo cuestión de tener la cabeza fría y no morder el peine del tumulto revolucionario, tal como lo definía un otrora opositor, quien hoy da pena ajena. Por mas cacareo que hagan los leales verde oliva al régimen decadente la salida del madurismo-cabellismo es una realidad que ningún chantaje podrá detener.
Escrito está, serán oposición por muchos años si tienes la valentía de continuar en el ejercicio de la política cuando ya no tengan el poder omnímodo que una vez lograron detentar.
La cadena de acontecimientos y escándalos que se están develando en el mundo sólo allanan el camino para una salida constitucional del actual gobierno venezolano muy a pesar de la crisis humanitaria que intencionalmente estimula la clase dirigente para buscar mejores condiciones de negociación que ya no son posibles para la elite gobernante.
Venezuela se debe ya estar preparando para sanar psíquica y espiritualmente y muy confiadamente en nuestros valores fundamentales: Solidaridad, amistad, perdón, reconciliación y temor a nuestro Dios.