Joven asesinado en la Venezuela tenía dos trabajos para mantener a su familia

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Yoelbis Alejandro Orozco Sira (25), residía en la manzana O de Las Sábilas, considerado uno de los más peligrosos urbanismos del estado Lara. Comenzó a vivir allí cuando tenía cinco años de edad, junto a su madre, su padre y sus dos hermanas menores. Aunque pasaban las verdes y las maduras, siempre trataban de resguardarse de la delincuencia.

En ese lugar formó su familia. Tenía un bebe de 3 meses de nacido por quien luchaba y trabajaba, pero como el dinero hoy en día no alcanza, de lunes a jueves trabajaba como mototaxista en la línea de Alí Primera y de viernes a domingo desde el mediodía hasta las 9:00 de la noche, era despachador de la Ruta 17, en la parada que está en la calle 32 con avenida Venezuela, lugar donde fue ultimado la noche del viernes por el parrillero de una moto, delincuente que también hirió a seis personas más, entre ellas un señor de 72 años y una niña de 12 años.

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Lo vio antes de venir

Alicia Sira, relata que ella siempre le decía a su hijo que buscará un trabajo en una compañía, porque sabía que esa parada era peligrosa, pero él le contestaba que allí hacia buen dinero para ayudarla a ella y para su hijo.

El viernes ella salió hacer cola para comprar alimentos, andaba con su nuera y su pequeño nieto; a las 5 de la mañana fueron a la parada a tomar el transporte para ir a su casa. Orozco Sira estaba allí, agarró a su bebé se lo mostró a todos sus compañeros de trabajo y se lo dio a su madre, les quitó el mercado y el coche, le dijo que lo llevaba más tarde que él cargaba su carro y así les aligeraba la carga. “Dios te cuide hijo”, le dijo la señora Alicia antes de arrancar el autobús. A las 6:50 de la tarde tenía poco de haber llegado a su vivienda, porque las agarró el tráfico de la hora pico, la llama una vecina le decía que a su hijo lo habían herido, que estaba en la emergencia del Hospital.

“Llegué rápido y los doctores estaban encima de él atendiéndolo, solo lo escuchaba quejarse, pero no quise entrar. Me pidieron unos medicamentos para operarlo, porque el proyectil había perforado un pulmón. Perdió mucha sangre, los doctores le hicieron transfusión, utilizaron dos bolsas y a mi hijo lo llevaron a pabellón, pero a los 20 minutos me informaron que no aguantó la operación”, explica la madre del despachador.

La dama relata que su muchacho trabajó en la construcción del conjunto residencial Alí Primera. Con su arreglo compró una moto, pero pasaron tanto susto porque tuvo accidentes frecuentes, que ella le insistía a diario que vendiera la moto, hasta que lo hizo y con la ayuda de su padre se compró un Chevrolet Chevette. Confiesa que aunque tenía 25 años, ella lo cuidaba como un niño, siempre estaba atento a sus pasos, le decía que ella no quería pasar por el dolor que han pasado otras madres al perder a sus hijos, porque han visto como muchas vecinas en Las Sábilas han atravesado por ese sufrimiento y jamás pensó que le tocaría a ella.

Sira quien estaba un poco calmada, indicaba que aún no creía que su hijo estaba muerto, porque aún lo sentía vivo. Comentó que aunque estaba pagando un servicio funerario, no se lo quisieron velar en sala velatorio por haber muerto en una balacera y tampoco quisieron prestar los servicios en Las Sábilas por lo “rayado” que está el urbanismo. Por lo que velarían al muchacho en casa de un familiar.

Zona peligrosa

Las personas que allí laboran indican que la parada de la calle 32 con avenida Venezuela es una de las más concurridas, allí laboran las Rutas 17, 18 y tres cooperativas, además de tres líneas de rapiditos, todas van hacia el norte de Barquisimeto. Quienes conviven allí indican que nunca tienen seguridad a pesar que están a unas cuadras de la Policía del estado. Afirman que después de mediodía se convierte en zona roja.

Mujeres y hombres son los ladrones, carteristas y a mano armada, no perdonan a ninguna persona, los vendedores de droga abundan y hasta prostitución se ve en el lugar. Las personas que allí laboran no se quisieron identificar por temor a represalias. Comentaron que el despachador tenía al menos año y medio laborando en la zona. Creen que era a él quien buscaban e indican que cuando los pistoleros llegaron se escondió entre la gente.

Uno de los testigos comentó que era una moto negra y andaban dos sujetos, le calculan a ambos entre 20 a 25 años. El pistolero, era el parrillero y ni siquiera se bajo de las dos ruedas para efectuar el ataque.

El hombre apuntó hacia el despachador y disparó en repetidas oportunidades, la gente corrió y el cayó, el resto fue herido en las piernas. Pero el abuelo Jesús María Rodríguez (72), quien vende chuchearías desde hace 30 años en el lugar, comenzó a recoger sus cosas y de pronto una persona le ve la gorrita llena de sangre, él no había sentido que fue herido en la cabeza, al trasladarlo al Hospital quedó inconsciente y su pronóstico es reservado.

Por ahora funcionarios del Eje Contra Homicidios comienzan las investigaciones del caso.

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