Ante la situación económica ampliamente reconocida por diferentes sectores y gremios políticos, económicos y sociales en el país, muchas son las consecuencias producto de la necesidad insatisfecha en la obtención de productos básicos de subsistencia.
Y es que nadie puede escapar a esta realidad que ha golpeado bolsillos, familias y hasta ha sobrepasado los límites de la tranquilidad y paz que se acostumbra tener en las comunidades o zonas residenciales.
En muchos casos las normas sociales se han dejado a un lado por parte de los usuarios de los establecimientos, cuando prácticamente se mudan a vivir de manera improvisada para la compra de productos, situación que comienza a perfilarse como grave para quienes ahora deben convivir en otras condiciones dentro de distintos sectores.
Es el caso de los vecinos que se ven seriamente afectados cuando sienten una “invasión” a la privacidad, cuando en las adyacencias de su vivienda se encuentra un comercio o supermercado que es objeto a diario de inclementes e incesantes colas.
Precisamente al este de Barquisimeto, se presenta el caso puntual del Centro Comercial Los Cardones en la urbanización que lleva el mismo nombre. Allí no hay hora para que se comiencen a realizar las colas.
Desde hace unos años, cuando se instaló el supermercado de propietarios de origen asiático, los vecinos se vieron afectados porque fueron varios los factores que influyen cuando se trata de convivir con personas foráneas. Han denunciado la presencia excesiva de “bachaqueros” que mantienen negocios a razón de causar malestar a los residentes de la zona, expresó Juan López, habitante.
Señaló que el problema ahora “no es tanto el dueño del supermercado porque finalmente tiene derecho a tener su negocio, sino los bachaqueros que traen inconvenientes porque las áreas comunes, parques y plazas lucen dañadas. Estan allí en la noche, pernoctan de manera improvisada y se han visto hasta peleas, aunque todos tienen derecho como venezolanos a comprar, pero la verdad en eso hay mucha gente que revende”.
La situación se ha tornado tan compleja que personas foráneas hasta realizan sus necesidades e incluso actos lascivos en áreas verdes del mencionado centro comercial, expresan los moradores de la zona.
Explicó el señor López que los consejos comunales hacen contraloría en el aspecto que saben cuántos vecinos hay en las torres El Manantial y La Rosaleda. En principio se conversó con la gerencia del establecimiento y se logró que los vecinos tuvieran prioridad (realizan una cola aparte), logrando que se atiendan casos específicos de madres que requieren productos lácteos y pañales para sus hijos.
Actualmente los vecinos están en plena toma de decisión sobre un posible referendum para definir la conveniencia sobre la permanencia del negocio en el sector, por lo cual apelarán al consenso de todos.
Uno de los flagelos a los cuales están cada vez más expuestos es al incremento de los robos, pues “hasta a algunas personas les han quitado una bolsa, mientras han hurtado baterías y desvalijado vehículos por el aumento de la inseguridad”. También las clases de yoga en el principal sitio de recreación fueron canceladas por la ocupación de foráneos en los espacios.
Otro problema que se une es la falta de alumbrado público que se presta para ampararse en la impunidad, acotó López.
Se desató la protesta
En el caso de la urbanización Los Cardones ya se han iniciado protestas, tal es el caso de una protagonizada en días pasados, donde se denunció que los funcionarios policiales están fungiendo como empleados del abasto en vez de hacer funciones de un cuerpo de seguridad.
Vecinos indicaron no haber obtenido respuesta satisfactoria al acudir a la Prefectura y a los dueños del establecimiento, pues se trata de una comunidad de aproximadamente 5.000 personas que atraviesan esta situación.
