Cuando el pitcher de los Piratas Matt Benedict tiraba la bola en el Roberto Clemente Field del complejo de ligas menores de Pittsburgh una reciente tarde dominical, cinco sensores azules adheridos a su cuerpo hacían 39 mediciones, desde la rotación del hombro hasta el movimiento de la cadera y la apertura de las piernas.
Minutos después, el serpentinero derecho de 27 años analizaba la información recabada en una computadora de mano, comparando sus mediciones con las de otros jugadores que participaban en la prueba.
La biometría llegó al béisbol.
Los programadores ya revolucionaron el deporte con formaciones defensivas especiales. Ahora esperan que nueva información ayude a prevenir la avalancha de roturas de ligamentos colaterales cubitales del codo, así como una epidemia de operaciones tipo Tommy John.
Para los científicos, el Newton metro es la nueva innovación en el mundo de las estadísticas aplicadas al béisbol, una forma de medir el esfuerzo de torsión, o «torque» del codo.
Motus Global, una compañía fundada en el 2010 por los creadores del software de los videojuegos Grand Theft Auto III y IV, está lanzando su sistema de sensores MotusPro este año, junto con un sensor único para el consumidor que costará 150 dólares.
La empresa segura que 27 de los 30 equipos de las grandes ligas han usado sus productos. Algunos jugadores, no obstante, temen que la tecnología se vuelva en su contra, como el malévolo HAL 9000 de «2001: Odisea en el Espacio», y ofrezca a sus patrones información que los perjudica.
La tecnología todavía no se puede usar en los juegos y los peloteros pueden negarse a emplearla en los entrenamientos.
El ASMI ha estado midiendo la biomecánica de los pítchers desde 1990, pero los jugadores tenían que ir a un laboratorio de Birmingham, Alabama, quedarse en shorts y adherirse entre 30 y 50 marcadores reflectivos. Motus fabricó sensores de 16 milímetros y que pesan 400 gramos (14 onzas), que fueron ensayados el año pasado. El modelo de este año es de 9 milímetros y 2 onzas.
El sistema incluye dos chips en una manga de compresión que se coloca en el brazo del lanzador: un sensor principal con un punto azul se apoya en el codo y otro con un punto rojo en el bíceps. Hay un detector con un punto verde en el pecho y otro con un punto amarillo cerca del ombligo. El último sensor, con un punto morado, se coloca en el pie que tira hacia adelante. La tecnología de Bluetooth permite transmitir la información del lanzamiento en nueve segundos.
Para crear sus modelos, Motus evaluó a 750 pítchers que tiran sobre 90 millas por hora y que no habían sufrido lesiones en los dos años previos.
El director del cuerpo médico de los Mets David Altched, quien al igual que Gleisig asesora a Motus, dijo que serán necesarios varios años de información para determinar cuál es la carga máxima que puede soportar el codo.
Después de ver una demostración del modelo del 2015, el coach de lanzadores de los Yanquis Larry Rothschild se mostró escéptico. Dijo que no creía que el sensor se mantuviera estable en el codo, algo que según Motus fue resuelto con la creación de chips más pequeños.
Altchek no cree que los lanzadores vayan a usar sensores en los juegos que cuentan. Pero el relevista de los Yanquis Andrew Miller, quien jugó a nivel universitario con Hansen en North Carolina, dice que los modelos más pequeños pueden hacerlos más aceptables, siempre y cuando se resuelvan las inquietudes en torno a la privacidad.