Las mujeres de este país -en su mayoría- muestran una baja autoestima digna de estudio e investigación. Observamos a diario mujeres maltratadas, abandonadas, agredidas, vejadas, de cualquier edad. Niñas, jóvenes, adultas que no se justiprecian, creen que no tienen derecho a vivir una vida digna. Los embarazos precoces, los abandonos de hombres, el maltrato, la violencia, los femicidios dan cuenta de esa condición.
Se hace necesario hacer una campaña desde la escuela, por todos los medios para que las mujeres recuperen la valoración requerida para no permitir que se vulneren sus derechos. Considero que es una cuestión de cultura, de costumbre, actuar desde la perspectiva del desprecio propio. Desde niñas, ellas se amoldan a tener más responsabilidades que los varones, a no tener tanta importancia como ellos. El modelo que observan se queda grabado en sus cerebros: las madres trabajando en exceso y los hombres tratándolas como sirvientas. Ellos tienen tiempo para salir, divertirse, soltar el estrés, mientras las esposas trabajan en largas jornadas para colaborar en el sostenimiento del hogar y para criar a los hijos, sin derecho a disfrutar solas con sus amigas.
Ese desequilibrio ha causado y seguirá causando daño a la mujer. Por muy liberadas que se perciban o por muy arregladas y coquetas que parezcan, por muy alto el cargo que ejerzan, esas actitudes las muestran como signo de su baja estima. Una mujer acá considera que debe estar de punta en blanco y con un cuerpo 10 para mantener la atención de su novio o esposo, por la competencia que hay en la calle, no es para ella que se arregla, sino para el hombre. ¿Porque el hombre no se arregla también para mantener la atención de su mujer? Vemos que la mayoría de esposos o jóvenes mantienen relaciones con varias mujeres, sin importarles el daño que le están haciendo a sus parejas. Ellas tratan de no darse por enteradas para conservar esa “joya”, porque consideran que han sido culpables de esa conducta. Un hombre infiel no vale para nada, se debe desechar en el primer intento. Sin embargo, son los más cotizados. Eso es otra prueba de la baja estima de las mujeres. No se valoran, por lo tanto, nadie las va a valorar, porque el respeto comienza por una misma. Hay muchas evidencias de este fenómeno social, por ello se debe trabajar desde la escuela y el hogar para modelar otras conductas más sanas donde la mujer y el hombre tengan la importancia que les corresponde.