Con su desempeño en la edición 2016 de la Copa Libertadores, el Deportivo Táchira se encarga de rescatar el honor del fútbol venezolano y devolverlo al camino de la competitividad, después de seis años consecutivos en que los clubes criollos -goleadas de por medio- quedaron para hacer comparsa, con la única meta de cumplir el calendario y muchos de ellos cerrar en condición de colistas.
El Carrusel Aurinegro, histórico en el balompié nacional y dueño de la marca de más participaciones por el país en el certamen continental con 19, labró su camino a los octavos de final hace dos días con su triunfo a pura garra y manejo inteligente frente al Emelec, gracias a un gol de tiro libre del defensor Wilker Ángel. Faltaba que anoche Olimpia cayese ante Pumas de México para que el avance fuese oficial, pero en todo caso para un mandado casi hecho, a falta de una jornada.
De lograrlo finalmente, el club atigrado quebrará la seguidilla negativa para las oncenas venezolanas, vigente desde 2009, cuando Caracas dominó su grupo y avanzó hasta los cuartos de final, donde lo despachó Gremio.
Después de esos, fueron todas participaciones muy discretas, incluyendo la del mismo Táchira el año anterior, cuando finalizó de último en su grupo, con un par de goleadas a cuestas.
La clave de esta versión del Táchira ha sido ser inquebrantable en casa, una especie de fortín donde ha sumado sus nueve puntos. Primero venció a Olimpia (2-1), luego despachó a Pumas (2-0) y a mitad de días atrás superó a Emelec (1-0).
En este último compromiso frente al elenco ecuatoriano, la tropa de Carlos Fabián Maldonado, quien muestra mayor madurez como estratega, sorteó los difíciles momentos iniciales cuando el visitante le robó la pelota y le pisó el área en varias ocasiones.
Pero una acción cambió el “suiche” del juego: el tiro libre cobrado por Ángel al minuto 21 que significó el 1-0. A partir de allí, jugando más con la cabeza que con el corazón, el aurinegro se dedicó a cuidar la ventaja, sin preocuparse tanto en el ataque, acorde con lo que le demandaba la situación del juego y lo importante que eran los tres puntos.
Con sacrificio, en esfuerzo titánico, el club venezolano logró el cometido de mantener el cero en el arco para colocarse en la puertas de la siguiente instancia.
“Rescato la actitud y las ganas de los compañeros”, soltó Ángel tras el juego, según un boletín de prensa del conjunto tachirense. “Corrimos, dejamos la vida y esa fue la clave del partido, contrarrestamos todo. Si evaluamos el rendimiento, creo que estuvimos por encima de ocho puntos”, agregó el dorsal 4, que pese a su juventud acumula una buena cuota de minutos con la selección de Venezuela.
Con energías intactas hasta el minuto final, Táchira conservó el orden en defensa y, aspecto determinante, mantuvo bien custodiado al mediocampista Ángel Mena, cerebro del Emelec, pero en los 90 minutos gozó de pocas libertades y fue intrascendente en el terreno de juego.
La encomienda ahora es confirmar la buena ronda de grupos con la visita del miércoles al Olimpia paraguayo, posiblemente con el boleto ya embolsillado.