Como todos sabemos, el presidente de la Asamblea Nacional, Dr. Henry Ramos Allup, en las palabras de cierre de la sesión ordinaria celebrada el 16 de febrero, y ante una interrupción del teniente Cabello, le atajó y le dijo, en claro e inteligible idioma castellano, lo siguiente: “Diosdado, tú estás muerto. A ti te rasparon y te dejaron solo cuatro miembros de la Dirección Nacional. Te pasaron la aplanadora…”
Pero, en una de esas semióticas interpretaciones, muy típicas del tsj y de los esbirratos del Siglo XXI, esa misma noche, en su bodrio televisivo, Cabello señaló: “Yo tengo que tomar eso como una amenaza personal, sobre todo por las personas por las que tú estás rodeado, que son los mismos asesinos de la IV República…”
Pues bien, cualquier entendedor, por lerdo o fanático que sea, sabe que la frase “tú estás muerto”, dicha en la jerga política, además de ser una típica y folklórica manera de expresarnos en Venezuela, hace mención sólo a un desvalimiento y pérdida de apoyo en esa área tan específica.
Lo grave, ciertamente, es que no puede llegarse a la misma conclusión con las palabras pronunciadas minutos antes por el propio Cabello, quien le dijo a los asambleístas democráticos: “…ustedes pueden hacer lo que quieran pero esa ley de impunidad no va a ser ejercida ni ejecutada… Están muy equivocados si creen que aprobando aquí la ley se va a cumplir… ustedes que dicen que en uno o dos meses tienen a los asesinos en la calle… en un mes o dos meses seguirán en la cárcel…”
Y es que este pintoresco ejemplar, asumiendo el falso rol de víctima indignada, al atacar a Ramos Allup lo que busca es pasar por bola su flagrante y público desconocimiento de la autonomía e independencia de los poderes públicos, así como la sentencia –ésta si mortal- que en la misma sesión, y en alta y grosera voz, profirió directamente en contra dela Constitución, la democracia, la propia Asamblea Nacional, y de los 7 millones 707 mil electores que votaron el 6D a favor de la Mesa de la Unidad Democrática.Y en esa infame tarea le secundó Héctor Rodríguez -jefe de la bancada oficialista- quien el día martes 1º de marzo manifestó que van a “trabajar para que esta Asamblea caiga…”
Ambas conductas se asemejan mucho a la asumida por un cura católico, que desde su púlpito despotrica de los Diez Mandamientos, y ordena a sus feligreses robar, matar, destruir los templos y desconocer y defenestrar al Papa. ¿Dicho cura puede seguir en la Iglesia? ¡Nooooo…! Como es obvio, el Derecho Canónico le excomulgará y jamás podrá volver a oficiar como sacerdote.
En cuanto a Cabello y Héctor Rodríguez, su afirmación daría lugar, en cualquier país democrático del mundo, a que, inmediatamente, se les abra un antejuicio de mérito y se les lleve a tribunales. Y, como es de entender, las sanciones han de ser también muy severas, penal, civil y administrativamente hablando.
Adicionalmente, esos hechos darían lugar a que se les someta a un juicio político que conlleve a su efectiva destitución, pues es inaceptable que un diputado, cuya función primordial viene a ser el respetar las normas que su propio ente legislativo dicte, venga a ser ahora el fusilero y verdugo de la misma Casa de las Leyes,y, para colmo, utilice como paredón el hemiciclo, apelando a la inmunidad e impunidad de su investidura.Por mucho menos que eso los oficialistas extrañaron arbitrariamente de la Asamblea a María Corina. Por ello ¡amanecerá y veremos!