Es indudable y una verdad inobjetable que el tiempo de Dios es perfecto. Pero esta expresión se ha convertido en un arma de doble filo utilizada por el mismo enemigo de la Salvación para distraer a muchos de la senda correcta. Del camino, la verdad y la vida. ¿Por qué decimos esto? Por cuanto, hemos escuchado de manera reiterada, como las personas ante cualquier eventualidad en su vida cotidiana. Donde necesitan hacer el esfuerzo necesario para resolver un asunto importante, contestan alegremente ¡Ay, yo no me preocupo por eso, “el tiempo de Dios es perfecto” .
Si el jovencito pastor de ovejas David, se hubiese plegado al pesimismo, al miedo y al conformismo del rey Saúl y su ejército. Si hubiese adoptado el criterio utilizado por muchos al decir que Dios obraría en el momento preciso por cuanto “el tiempo de Dios es perfecto” y no hacer lo que hizo de inmediato, el gigante Goliat y los filisteos, con seguridad le hubiesen propinado tremenda derrota.
Por otro lado, si Nehemías y el pueblo de Dios, cuando decidieron regresar a Jerusalén para restaurar el muro de la ciudad, hubiesen razonado así, y no se hubieran avocado a trabajar duro, con fe y decididamente, Dios jamás le hubiera dado la victoria. Si hubiesen dicho, ¡no! ¡vamos a esperar! “el tiempo de Dios es perfecto”, los enemigos les habrían destruido e impedido la reconstrucción que Dios esperaba de su líder y de su pueblo. Tomaron una decisión y las acciones se dieron de manera simultánea. “Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí”. “Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas”. Neh. 4:18,21. ¿Como les parece?
Estos textos hablan por sí solos, la forma como los hijos de Dios tienen que avocarse a hacer lo que les toca. Lo que les corresponde. La fe sin obras es muerta y Dios lo pone muy claro cuando nos trae las historias verídicas de estos hombres líderes de su pueblo. David y Nehemías sabían que Dios estaba con ellos, pero, en una mano llevaban las herramientas de trabajo y en la otra la espada si tenían que enfrentar al enemigo. Seguro, “dormían con un ojo abierto y otro cerrado”, lo cual demuestra la claridad que tenían de lo que les tocaba hacer para cumplir el cometido que se habían propuesto. Si se hubiesen cruzado de brazos y afirmados en un razonamiento tan conformista como “el tiempo de Dios es perfecto y el obrará de acuerdo a su santa voluntad” jamás habrían alcanzado la victoria.
Dios no quiere gente perezosa, conformista y justificadora en sus filas. No quiere gente que se esconda en “razonamientos” espurios solo para no obedecer su Palabra. Dice “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?” Prov. 6:9. ¡Hasta el próximo martes Dios mediante.