Permanentemente escuchamos que Venezuela vive hoy su peor crisis en la historia: entre las colas, inflación, deficiencias en los servicios públicos, delincuencia desbordada, son indicadores que sustentan esta afirmación. Sin la menor duda Venezuela vive una profunda crisis, pero no es cierto que sea la más grave de su historia. Sin pretensiones de aburrirlos con un largo relato histórico, ni de evadir la difícil situación actual, debemos rápidamente recordar que nuestros originarios pobladores fueron durante tres siglos víctimas del mas brutal genocidio: asesinatos, despojos de sus tierras, aniquilamiento de su cultura y sin embargo esta misma gente, junto a los africanos que fueron abusivamente traídos y esclavizados y junto a los hijos de los españoles, fueron quienes hicieron posible la independencia.
A su vez, este proceso de independencia en apenas una década costó la vida de casi un tercio de la población y aniquilo la economía. Un ejército popular que no solo liberó a Venezuela sino contribuyo a la liberación de otras naciones e hizo posible el surgimiento de las nuevas repúblicas. Y así sucedió luego de La Guerra Federal, con las crisis económicas de finales del siglo XIX, los centenares de movimientos e insubordinaciones políticas, frente a las más cruentas dictaduras en el siglo XIX y el siglo XX y este país resurgió y continuó su marcha.
En otros artículos hemos analizado lo que ha representado cien años de la dependencia petrolera y los efectos del rentismo y la cultura del petróleo: todas las deformaciones económicas, políticas, sociales y culturales que esto nos ha acarreado, sin embargo al mismo tiempo hemos reconocido que la Venezuela del 2016 no es la misma de hace 100 años y que con todas sus deficiencia hoy tenemos un aparato productivo, unas redes comerciales, comunicación terrestre, acceso a la educación, la salud y los servicios públicos con lo que antes no se contaba y todo esto ha sido gracia a la renta petrolera.
Quienes tenemos ya algunos años, podemos recordar claramente como a partir del viernes negro de 1983 comenzó a generarse un debate en torno a la necesaria salida frente al agotamiento del rentismos petrolero. Ayer como hoy se hizo referencia de cómo se había despilfarrado los altos ingresos petroleros de una década (1973-1983), que hicieron que pasara el precio del petróleo de 2$ -promedio en los últimos 50 años- a mas de 30$, sin embargo nada se hizo, a pesar de todos los discursos, la propuesta de la COPRE nada cambio, por distintas formas entre endeudamiento y dependencia externa se mantuvo el rentismo y el populismo, hasta que en 1989 se produjo la rebelión popular más grande en la historia de Venezuela.
Entonces se volvió hablar nuevamente que estábamos frente a la mayor crisis de la historia, pero a pesar de los proyectos y planes de Gran Viraje (CAP 1989) tampoco nada se hizo y comenzó un proceso de privatización y de política neoliberal en el país castigando mas a los sectores populares, esto conllevó a las rebeliones de 1989 y de 1992.
En 1994 con el inicio del gobierno de Caldera estalla la crisis financiera, banqueros que se robaron el dinero de sus ahorristas y un Estado que se hizo cómplices de los ladrones y aunado a esta situación continúa una caída brutal de los precios internacionales del petróleo, los que llegaron a 7$ en 1998. Frente a esta crisis, más de la mitad del país en pobreza extrema, comiendo basura y perrarina, mientras que otros disfrutaban de la corrupción y de lo que dejó el festín petrolero de la década anterior, las circunstancias estaban hechas para un cambio de gobierno. Chávez llega al gobierno producto de la crisis del modelo societal. Continuará…