Santo Padre
Dios es más grande que nuestro pecado. ¡Quien caiga que se levante!
VATICANO, 30 Mar. 16 /.- El Papa Francisco recordó que “Dios es más grande que nuestro pecado y su amor es un océano”.
Por tanto, “quien caiga, que se levante. Si caes por debilidad en el pecado tiende tu mano y el Señor te tirará hacia arriba. ¡Ésta es la dignidad del perdón de Dios! Dios ha creado al hombre y la mujer para hacerles estar en pie, no en el pecado”.
…meditando sobre el salmo 51, conocido como “Miserere”. “Se trata de una oración penitencial en el que la petición de perdón está precedida de la confesión de la culpa en la que el orante, dejándose purificar por el amor del Señor, se transforma en una nueva criatura, capaz de obedecer, de tener firmeza de espíritu y de alabanza sincera”.
“Todos nosotros somos pecadores, pero con el perdón nos convertimos en criaturas nuevas, llenas del Espíritu y llenas de alegría”… “¡Es bonito ser perdonados, pero para ser perdonados se necesita antes perdonar!.
Paz a Todos
La paz esté con ustedes, es el saludo de Jesús Resucitado.
El ser humano desde lo más recóndito del ser, ansía la paz. Porque existen muchas guerras, guerrilla Latinoamericana, delincuencia, asaltos y muertes.
La paz dice relación a sentirse educados, tranquilos, solidarios sin sobresaltos, sin angustias, sin afanes.
La paz, también conlleva necesariamente a la seguridad. La verdadera paz lleva al amor. Ella introduce en la concordia de la verdadera fraternidad.
La paz implica aceptación de la vida, para la búsqueda de la salud, o sea, sentirse bien física y psicológicamente.
Paz es, hacer el bien: ya que no puede haber paz para los malvados (Isaías 48,22); en cambio los sencillos y llanos de corazón tendrán la verdadera paz; en efecto: “sólo un momento y ya no está el impío, si buscas donde estaba ya no lo encontrarás. Los humildes heredarán la tierra y será grande su prosperidad” (Salmo 37,10-11).
Dios, es quien da la verdadera paz al ser humano. Ahora bien, el hombre obtiene esa paz por una oración, confiada, sincera, humilde y permanente. Pero además por una senda de justicia, cónsona con ese Dios.
El Señor nos quiere cumplidores del deber. Sumamente responsables.
Tratemos de ser educados y amables los unos con los otros, eso es paz.
La paz, debemos conquistarla, cada día en la vida ordinaria, a través de un comportamiento lleno de amor, confiando en Dios, y de auténtica fraternidad y solidaridad social.
Por ello, Cristo Resucitado nos sigue diciendo: “Paz a todos ustedes”
Mons. Antonio José López Castillo. Arzobispo de Barquisimeto.
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Evangelio
Juan (20,19-31): Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!» Jesús le dijo: « ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor. Gloria a Tí, Señor Jesús