Analizar en el libro “Rebelión en la granja” el papel que realizan en la lucha por el poder el cerdo y el hombre, es imposible reconocer de acuerdo a su individual actuación quién es el cerdo y quién es el hombre.
La lucha del dictador es llegar al poder, una vez logrado su objetivo se convierte en un verdugo cuyo propósito es aplastar cualquier asomo de libertad, de unidad o de protesta.
En la antigua Grecia el hombre luchaba para ser recordado e inmortalizado en las páginas de la historia. La Odisea de Homero, muestra claramente las debilidades del hombre y las dificultades a las que tiene que enfrentarse para lograr sus metas. Homero supo penetrar el alma para entender el por qué de las encarnizadas luchas. En sus cuadros idílicos muestra el horror a que puede llegar el hombre por el poder. En la Divina Comedia, Dante dibuja con acierto las razones y luchas a las que el ser humano accede obsesionado por la codicia, la lujuria y la soberbia.
Aferrado al poder el comunismo oprime políticamente a los individuos, secuestra el ejercicio de sus derechos civiles, impone férreas censuras al pensamiento, obliga llevar un color y someterse a un único partido. La razón principal de esta doctrina es aplastar cualquier asomo de autonomía. El síndrome de Estocolmo daña la conciencia de los sometidos. Ha llevado pueblos enteros a la miseria y al hambre, socava la dignidad, siembra la violencia, sus atrocidades, imposiciones y castigos. Por esta razón es por lo que el historiador Alexander Saizlhenitsyn sugiere que “En lugar de liberarnos a nosotros mismos luchemos por no ser aplastados por los escombros del rancio comunismo”.
Paradójicamente en el mundo se declara la igualdad de género, aunque todavía el Estado, la iglesia, las empresas, la sociedad y la misma familia consideran a la mujer en sus capacidades, sus aportes profesionales, su papel valioso (ignorado) en la historia y su inteligencia por debajo del hombre. Ha sido perenne la lucha por sus derechos civiles, por la defensa de su potencial humano, por el respeto a su dignidad y también al deseo de liberarse de las caducadas relaciones patriarcales, cadenas que aún existen en el seno de la sociedad.
Aunque todos vivimos bajo un mismo cielo cada uno tiene su propio horizonte. La lucha por la libertad y la subsistencia ha sido indeclinable en el ser humano y más fuerte cuando no encuentra respuesta ante sus necesidades de techo, comida, seguridad y paz.
Respecto al deseo de sobrevivir la paradoja de la humanidad es que sabiendo que necesita de la naturaleza y sus elementos, arrasa a su paso todo lo que significa agua, aire, trabajo, vida. ¿De qué le vale al hombre luchar por ganar tanta plata, fama, lujo y poder, si destruye lo verdaderamente valioso de la existencia?
Las luchas por la vida, los derechos, la justicia y la libertad son ahora o nunca, porque como dice el slogan de la juventud en sus marchas “El que se cansa, pierde…”
En el momento en que estaba enviando este artículo a EL IMPULSO me llegó un correo en el que el señor Leandro Carreño me anuncia que llegó a su fin la lucha contra la enfermedad de nuestro amigo en común Hugo Leyva Ocariz, a quien recordaremos con gran afecto quienes lo conocimos y compartimos momentos gratos a su lado. Su lucha por la vida llegó a su fin, nosotros seguiremos lidiando la nuestra hasta que Dios quiera.
Hasta el final lo llevaré en el corazón. Descanse en paz amigo querido Hugo Leyva Ocariz.
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