Me sorprendo con una frase de Umberto Eco con la que me encuentro en la internet: “Los medios sociales han dado derecho de palabra a millones de imbéciles que antes solo hablaban en el bar bebiendo vino, sin hacerle daño a nadie. Enseguida los mandaban a callar mientras que ahora tienen el mismo derecho que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”.
Es evidente que la internet está llena de gente malintencionadas que actúan sin importarles el daño que hacen. Pero no importa qué tan grande sea el número de disminuidos mentales que las utilizan para propalar sus imbecilidades, siempre hay un número mayor de usuarios que lo hacen con propiedad.
La internet ha convertido al mundo en un espacio no solo cacofónico y confuso donde todo el mundo habla, sino también profundamente democrático en el cual individuos y grupos opinan sobre cualquier tema aunque sin preocuparse acerca del impacto social o moral de lo que dicen, de si lo que dicen es una verdad que ayuda a mejorar el mundo o una imbecilidad que lo envilece.
Aun así, la internet es un medio maravilloso y aunque no todo el mundo tiene la capacidad de utilizarla con sabiduría, lo importante es que la utilicen aunque nadie puede asegurar cuando aprenderán. El mal remedio que suele aplicarse a esto es la censura o limitar el uso a solo los autorizados por el gobierno, algo que ocurre abiertamente en Corea del Norte, China y Cuba. Los otros Estados suelen, por razones de seguridad, monitorear los mensajes provenientes de fuentes dedicadas a actividades ilegales.
De haber vivido hace 150 años, Eco hubiera dicho lo mismo del voto político, primero restringido a las elites y poco a poco extendido a todo el mundo: al pobre, al analfabeta, a la mujer, a los grupos y partidos más radicales, etc. Los críticos decían que los pueblos no estaban educados para la democracia, que la gente votaba sin saber el porqué, que eran manipulados, que las mujeres votaban según les decían sus maridos, etc., pero resultó que el voto es un instrumento muy valioso para resolver situaciones muy tensas sin tener que recurrir al derramamiento de sangre. Y muchos pueblos aprendieron a utilizar el voto responsablemente.
No en balde los gobiernos que no son democráticos no solo manipulan o eliminan las elecciones, también dificultan la libre circulación de las ideas provocando el cierre de la prensa, afectando el uso de los teléfonos y complicando el uso de la internet.
Y, para ser francos, no estamos en la era de la invasión de los imbéciles, pues ellos siempre han estado entre nosotros y hasta se convierten en gobierno. En fin, incluso gente genial como Umberto Eco de vez en cuando dicen tonterías y llega a confundir la ignorancia, que es la carencia de conocimientos, con la falta de inteligencia. La primera se cura con educación, la segunda no tiene remedio.