Un nuevo conato de violencia dentro de los calabozos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) llevó a que los uniformados realizaran una requisa.
Más de cien detenidos permanecen en dicha comisaría y fueron sacados durante la mañana de ayer hacia el estacionamiento, a fin de hacer la respectiva revisión. Desde la noche del martes se estaban alzando y antes de que se originara una huelga de sangre o una fuga, los efectivos tomaron las previsiones de rigor.
La queja de los reclusos es la de siempre: el hacinamiento. Explica el familiar de un detenido que duermen en celdas que no están acondicionadas para permanecer más de siete días.
Tienen capacidad para diez personas y allí conviven entre 50 y 60. Los reos solicitan traslados hacia penales donde pudieran caminar o realizar una actividad al aire libre; además de recibir la visita por parte de sus familiares.
Madres, esposas y hermanas estaban en las afueras de la comandancia. Denunciaban que la situación en la que conviven es grave, a la vez que reiteran que el colapso de las cloacas y las enfermedades de la piel se han convertido en algo común.