Ante los pronósticos de las autoridades correspondientes sobre una intensa temporada de invierno a causa del fenómeno conocido como La Niña, sustitución de El Niño, quienes residen en las inmediaciones de la quebrada La Ruezga ven con preocupación el estado en que se encuentra el antiguo canal, hoy día convertido en una gigantesca cloaca.
Desde su ingreso por el suroeste, La Ruezga cruza comunidades de varias parroquias, en especial Juan de Villegas, Unión y Santa Rosa, hasta desembocar en el río Turbio.
Como consecuencia del prolongado verano, actualmente se encuentra parcialmente seca, y no del todo por las aguas servidas procedentes de barriadas como Santa Isabel, San Francisco, El Olivo y la urbanización Rafael Caldera, entre otras.
En Santa Isabel, los vecinos se quejan de que, desde al menos 6 años, no le efectúan la debida limpieza al canal por lo que permanece obstruido por la maleza.
Para María Elena Romero, una vecina, el problema que confrontan es serio por las aguas negras empozadas que son gigantescas lagunas donde los zancudos y otros insectos, transmisores de enfermedades, sobre todo de las vías respiratorias y de la piel, están a la orden del día.
“Hay unas horas en que no podemos ni asomarnos a la calle por los malos olores que salen de esos pozos, y estamos cansados de pedirle a la gente de la alcaldía que limpien la quebrada, pero no nos hacen caso, como ya se montaron en el coroto no necesitan nuestros votos”, añade mientras se cubre la nariz con un paño.
Lo mismo ocurre en el vecino barrio San Francisco, donde lo que era el cauce de la quebrada, simple y llanamente, está convertido en una selva, lo que impedirá la libre circulación de las aguas en caso de un aguacero en la parte alta.
Allí, la queja es la misma: que no le hacen un operativo de limpieza desde hace años.
Pero más hacia el centro de la ciudad, en la urbanización Rafael Caldera y barrio El Olivo, la situación no es diferente.
Aunque está embaulada, toda la inversión que allí se hizo se está perdiendo bajo la espesa maleza y bosques, lo que cualquiera puede constatar desde la avenida Las Industrias.
Pero la situación es más grave a la altura del barrio La Peña, al norte, donde habitan miles de personas condenadas a aspirar unos olores nada agradables, producto de las aguas negras de las charcas que se han ido formando.
Nelson Pernalete, una de ellas, dijo haberse olvidado el año en que la alcaldía limpió La Ruezga.
Señala un relleno que en el lado sur de la quebrada hizo un consejo comunal, poniendo en peligro a las familias del sector 2, porque en caso de una crecida será inevitable un desbordamiento hacia el norte.
Agrega que allí caen las aguas servidas de todas las empresas de la Zona Industrial por lo que es indispensable que tengan libre su espacio para circular hacia el este.
“Pero que lo hagan antes de que se inicien las lluvias para que no ocurra un desastre”, advierte.
Una amenaza en temporadas de invierno
La quebrada La Ruezga, que con el pasar del tiempo se ha convertido en la cloaca de mayor extensión en la ciudad, constituye una permanente amenaza para quienes residen en sus cercanías.
En primer lugar, por el alto grado de contaminación que representan las aguas putrefactas que por ella debían circular pero se mantienen empozadas en varios sitios a causa de las obstrucciones existentes, en su mayoría provocadas por vecinos que la han tomado como basurero público bajo el argumento de no contar con servicio de aseo urbano y domiciliario.
Igualmente, por las inundaciones que en determinadas épocas provoca, como las de mayo de 1981, en 1986 y en mayo del 2011, las únicas registradas oficialmente, aunque ha habido otras de menor magnitud.
En algunas oportunidades las crecientes han alcanzado hasta 1.200 metros cúbicos de aguas negras en su desembocadura en el río Turbio, de acuerdo a mediciones técnicas llevadas a cabo.
